Ana Somoza: "Un iPhone es un capricho y no hay que cumplirlo"

Las nuevas tecnologías se lo ponen más difícil a los padres, que a veces deben acotar las peticiones de los niños a los Reyes
Ana Somoza, en las instalaciones del centro que dirige, Aúpa. SEBAS SENANDE
photo_camera Ana Somoza, en las instalaciones del centro que dirige, Aúpa. SEBAS SENANDE

Hoy, los niños manejan la tecnología casi desde la cuna. Esta ha adelantado a los juguetes tradicionales en sus preferencias y dado forma a nuevos deseos que, a su vez, plantean nuevos retos a los padres, a quienes ofrece una guía básica de actuación Ana Somoza, directora del Centro Terapéutico Infantil Aúpa. 

La regla de los cuatro regalos sugiere que la carta ideal a los Reyes Magos incluya algo que el niño se pueda poner, algo para leer, algo que desee mucho y algo que le haga falta. ¿Está de acuerdo? 
La carta a los Reyes Magos es pura ilusión, por eso no se le deben poner normas, pero sí orientarla en la cantidad de juguetes y aprovecharla para educar en aspectos como la abundancia o el exceso. La carta debe ser algo elaborado por el niño y en la que queden reflejados sus intereses. 

Los juegos tecnológicos son, de nuevo, los más demandados por los niños en estas fechas. ¿Qué requisitos deben cumplir para que no sean perjudiciales? 
Los padres, antes de entregar los regalos, deberán comprobar por sí mismos su calidad, sobre todo la de las pantallas, y que estos sean adecuados a la edad, necesidades y habilidades de sus hijos; por ejemplo, a los tres años es más adecuado que reciban un tren eléctrico que un dron. Pero la tecnología no tiene por qué ser perjudicial y en el mercado podemos encontrar juegos muy provechosos, como los que refuerzan la grafomotricidad o el aprendizaje de la lectura. 

Hay que fijar unos límites de tiempo y uso de los juegos tecnológicos ya desde el primer día

¿Cuál es el mayor riesgo que implican los juegos tecnológicos? 
Obviamente, la adicción, que se haga un uso abusivo de ellos. Para evitarlo, lo importante es que se fijen unos límites claros de tiempo y uso. Si estos se establecen desde el principio y el niño comprende que es él quien tiene que apagar ese juego, le estaremos ayudando a autocontrolarse. Es importante hacerlo así porque el niño necesita aprender a autogestionarse, para evitar tanto esta adicción como otras futuras que puedan aparecer. Es necesario educar al niño para hacerlo bien, pero también a los padres. 

¿De qué modo hay que educar a los padres? 
Los padres también nos hemos incorporado al universo tecnológico, que usamos y del que abusamos, sin tener en cuenta que los niños aprenden con nuestro ejemplo. Además, hay que tener presente que no hay que dar premios ni castigos relacionados con las tecnologías. El niño no necesita que le impongamos unas restricciones sin más, sino que lo acompañemos y que le expliquemos lo que es peligroso y lo que no, lo que es seguro y lo que no... Hay distintas guías para ayudar a los padres en esta tarea, como la que tiene la web del Ministerio de Educación. 

Si nuestro hijo está emocionado con su nueva consola y solo quiere jugar con ella, ¿cómo se puede lograr que diversifique su ocio? 
La tendencia es que las nuevas generaciones sean cada vez más sedentarias y por eso debemos fomentar tiempos con otro tipo de juegos motivantes. Es difícil que ahora los niños se entretengan con un palo y un barquito, así que necesitan un estímulo para engancharse a otro tipo de juegos. Podemos salir con ellos en bicicleta y hacer planes ‘sin pantallas’ que les resulten atractivos. 

Para iniciarse, a los preadolescentes les basta un móvil fácil de manejar y con pocas funciones

El gran caballo de batalla de los padres son los smartphones. ¿Cuál es la edad mínima para comprarle uno a un niño? 
Los expertos recomiendan que nunca a menores de 12 o 13 años y la ley establece que las redes sociales, en general, no sean accesibles para los menores de 14 años. En cualquier caso, su uso siempre será bajo supervisión paterna. 

Los preadolescentes quieren un smartphone y, como buenos nativos digitales que son, no les vale cualquiera y piden el último modelo de iPhone. ¿Cómo les debemos explicar que no es adecuado para ellos? 
Que te pidan un iPhone es un capricho y, como tal, no hay que cumplirlo. Un iPhone ofrece unas aplicaciones con usos profesionales, a las que un adolescente o preadolescente no les va a sacar partido. Lo ideal es que se inicien con un teléfono sencillo, fácil de manejar y con pocas funciones. Y así se lo debemos explicar a ellos: "No puedes tener un iPhone, pero entiendo que puedas necesitar un teléfono y uno más sencillo cubre tus necesidades para hacer llamadas o contactar con tus amigos por whatsapp". Y, por supuesto, siempre con control paterno. 

Insiste en la necesidad del control paterno y de acompañarlos. 
Sí, por supuesto. La tecnología implica riesgo de adicción, de interacciones a través de las redes sociales... es un peligro y si ante ningún otro peligro los dejamos solos, ¿por qué deberíamos hacerlo en este caso?

Con chupete... ¿y tablet? 
▶ Ana Somoza insiste en la recomendación que hace la Sociedad Española de Pediatría y que estos profesionales enfatizan a los nuevos padres en su consulta: "Los menores de 18 meses no deben tener ningún contacto con las pantallas, incluyendo ahí la televisión". 

▶ Desde los 18 hasta los 24 meses se podrá iniciar el visionado de algún contenido específicamente infantil de calidad "y siempre en compañía de los padres". 

▶ A partir de los dos años se mantendrán estas normas (contenidos de calidad y acompañados de los padres), estableciéndose un tiempo máximo ante las pantallas de una hora diaria. Estas se evitarán siempre durante las comidas, las horas de estudio y antes de dormir.

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