¿Cuándo empezó tu interés por los cubos Rubik?
Fue un día del mes de mayo pasado. Mi hermana llegó a casa con un cubo resuelto y me dijo que todos iban junto a una niña para que se los resolviese. Yo también lo hice, pero mi padre me echó la bronca y me dijo que lo hiciese yo mismo. Así que me piqué y empecé.
¿Tardaste mucho en resolver el primer cubo?
No, tardé un día, pero me costó, porque era viejo y se movía un poco mal.
¿Qué pasó para que no te quedases en ese cubo y quisieses probar con otros?
Pues que quería hacerlo más rápido. Mi padre me compró uno mejor... y así otros, hasta pedir por Reyes el cubo Rubik de 11x11, con el que estoy desde entonces.
Me imagino que es muy difícil...
Sí, cuesta bastante moverlo, y es frágil. ¡Además pesa casi un kilo! Pero los hay hasta de 17x17, así que imagínate...
¿Estás cerca de resolverlo?
Sí, tenía que empezar por los centros y ahora ya estoy haciendo las aristas.
Tengo entendido que los movimientos siguen operaciones algorítmicas.
Sí, eso ayuda. La primera cara la puedes hacer como quieras, pero para continuar ayuda mucho hacer operaciones.
¿Con quién compartes esta afición, que parece tan solitaria?
Es un poco solitaria, sí, pero la comparto con un amigo del colegio y con otro de fuera del cole; aunque no tienen tantos cubos como yo... ¡llego a los 30!
Supongo que no todos son igual de difíciles...
No, algunos los hago muy rápido, incluso en menos de un minuto.
¿Qué reto prefieres, el de la rapidez o el de la dificultad?
Prefiero que sea cada vez un poco más difícil [risas]. ¡Es que a veces tengo la impresión de que algunos son imposibles!
¿Cuánto tiempo le dedicas?
Los fines de semana, por lo menos una hora cada día.
Te gustan las matemáticas, ¿verdad?
Bastante [risas]. Ayuda saber un poco. En algún cubo más que en otro, como en el ‘square Rubik’.
¿Sueles recurrir a tutoriales?
Sí, por ejemplo en el 5x5 —que aquí parece que está hecho, pero no lo está—, me llevó mucho tiempo acabarlo, por lo que acudí al tutorial.
