La vida más allá del asfalto, los grandes edificios y el movimiento

La doctora Marta Rodríguez cierra un ciclo con el regreso a O Incio tras medio siglo en Barcelona. Ayudó en la residencia del municipio en los momentos más duros del covid y la pandemia
Marta Rodríguez, delante de la residencia de O Incio. EP
photo_camera Marta Rodríguez, delante de la residencia de O Incio. EP

La internista Marta Rodríguez sospecha que, como gallega de nacimiento, es portadora de "esos genes ancestrales de vuelta a la tierra". Lo dice porque, justo cuando se cumplen 50 años de su llegada a Barcelona, ha emprendido el retorno a su Trascastro natal, en el concello de O Incio, en una decisión que venía meditando desde hacía tiempo y que se ha visto acelerada por el coronavirus.

El pasado agosto estaba de vacaciones en el municipio cuando saltó el brote de covid en la residencia de mayores y, sin dudarlo, ofreció su experiencia para ayudar en la pandemia. Poco se imaginaba en aquel momento que, apenas unas semanas después, iba a dar un giro a su vida asentándose en Trascastro y pasando a formar parte de la plantilla del geriátrico.

Nada estaba programado, pero "una especie de constelación" acabó por precipitar los acontecimientos y llevarla a dar un paso del que no se arrepiente. "Es muy esperanzador que hay vida más allá del asfalto, los grandes edificios y el movimiento. Si pretendemos calidad de vida la vamos a encontrar aquí", asegura.

La historia de emigración de Marta Rodríguez es la de muchas familias que, hace 50 años, hicieron las maletas para "ganarse la vida mejor" y que sus hijos pudieran formarse. En la Ciudad Condal terminó Bachillerato, cursó la carrera de Medicina, se casó, tuvo dos hijas y desarrolló su actividad profesional, siendo fundadora de una empresa de servicios médicos que llevó hospitales privados y policlínicos de aseguradoras.

En el mes de marzo, en plena pandemia, le tocó "estar en primera línea" en una importante clínica barcelonesa, en atención directa a pacientes de covid y en los momentos "más difíciles, más duros y más desconcertantes" por la "incertidumbre" que se vivía.

El tiempo tiene otra lentitud que te hace aprovechar los pequeños detalles que te rodean y esto te va nutriendo»

Llegado el verano, la doctora, de 62 años, se propuso pasar íntegras sus vacaciones en O Incio para "reponerse" de esos meses tan duros. Pero el destino tenía para ella otros planes. A finales de agosto saltó un brote de covid en la residencia, que acabó por afectar a la gran mayoría de usuarios y trabajadores, cobrándose 21 vidas.

Al conocer que el médico del centro estaba confinado, le llamó para prestar su ayuda dado que "traía toda la experiencia de esos tres meses intensivos". Su ofrecimiento resultó ser de lo más "oportuno" en unos días muy complicados. La residencia fue intervenida por la Xunta, momento desde el cual "tuvimos realmente todo el material necesario, pero en cuanto al personal fue otra cosa".

Acercándose la fecha de regresar a Barcelona, la directora del centro le pidió que se quedara y la fundación San Rosendo le ofreció un contrato. El ambiente en la Ciudad Condal empezaba a ser "un poco sofocante" tras diez años en los que se encadenaron "la crisis, la debacle política y la pandemia". Marta Rodríguez confiesa que "necesitaba tomar un poco de aire" y que, tras una semana de reflexiones profundas, decidió que había llegado la hora de poner en marcha ese "proyecto personal" de volver a sus raíces.

Ahora ejerce en la residencia de O Incio, que ha recuperado la normalidad y donde está "encantada de trabajar" porque, además, le permite "volver a la exploración minuciosa y a conectar con la medicina pura que había estudiado". Desde hace días se ocupa también de los internos con covid en un geriátrico de A Pastoriza y, todo ello, compatibilizado con dos tardes a la semana de consulta online con pacientes de su empresa de Barcelona y una casa en reformas. "Sé que este va a ser un invierno un poco más movidito pero preveo una primavera feliz", dice.

UNA PAZ. La doctora cambió el trayecto por Paseo de Gracia que hacía habitualmente entre su casa y el trabajo por las caminatas con su perro por el bosque. "El primer día te sientes rara, el segundo más o menos y al tercer día sientes una paz y una tranquilidad. El tiempo tiene otra lentitud que te hace aprovechar los pequeños detalles que te rodean y esto te va nutriendo. Al cabo de una semana te das cuenta de que llevas una tranquilidad interior que te hace estar muchísimo mejor. Ahora me estoy enterando de lo que es otoño, lo que es invierno, los diferentes matices de cada día", señala.

Mujer de mente inquieta, Marta Rodríguez aportó su grano de arena a la creación de la aldea modelo de Trascastro y, como firme defensora de las virtudes del mundo rural, considera importante avanzar en una óptima conexión a internet y en dotar al campo de la tecnología de la ciudad. Por ello, está en contacto con el Concello y con un grupo de expertos con el objetivo de impulsar la "aldea inteligente" en Trascasto y O Incio. 

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