Una vecina de Vilaleo avista un oso pardo en las inmediaciones de su casa

La mujer, del lugar de Neira de Rapados, vio al animal al anochecer, cuando se dirigía a darle de comer a un zorro, como hace a diario
Loli Villadóniga. VÁZQUEZ
photo_camera Loli Villadóniga. VÁZQUEZ

Una vecina de la parroquia lancaresa de Vilaleo asegura haberse topado con un oso pardo en las inmediaciones de su casa, situada en el lugar de Neira de Rapados, aunque el encuentro no pasó de ser un pequeño susto para la mujer.

El curioso episodio ocurría la pasada semana, a principios de este mes, cuando Loli Villadóniga procedía a hacer lo que lleva repitiendo desde hace unos dos años: llevarle la comida a un zorro que visita la zona todos los días. Y aunque ella no siempre lo ve, el animal sí acude para hacerse con su ración diaria, porque tal y como ella misma asegura, "o pan sempre desaparece de onde o deixo".

Fue sobre las 22.00 horas, cuando aún no caía la noche, el momento en el que Loli divisó entre la hierba un bulto, muy cerca del lugar donde el zorro marca su rastro. A medida que se acercaba para comprobar la naturaleza de lo que veía, las dudas se iban despejando: una cara redonda y unas orejas de igual forma enmarcadas en un denso pelaje marrón, que nada tenían que ver con los rasgos que ya está acostumbrada a ver.

"Vino perfectamente", asevera esta vecina, al tiempo que señala la serenidad del animal. "Quedouse parado, mirando entre a herba", recuerda, "logo seguiu o seu camiño sen máis, sen retroceder para nada".

El zorro, con su camino ya marcado entre la hierba de la finca aledaña a la vivienda de Loli Villadóniga, aterriza todos los días en el mismo lugar y con el mismo objetivo: el de venir en son de paz

Tras la estupefacción inicial, Loli regresó a su vivienda y allí, tras cotejar lo que había visto con otras imágenes de internet, pudo corroborar que sus sospechas eran ciertas. Se trataba de un oso pardo, un mamífero que rara vez se ha dejado ver por tierras lancaresas. De hecho, no se conocen antecedentes en este municipio, aunque sí en otros próximos, como Samos o Triacastela.

Por el momento, la mujer no ha vuelto a divisar ni este ni ningún ejemplar semejante y continúa haciendo su labor puntualmente: alimentar, antes de la noche, a un zorro que, supone, "debe ser o mesmo sempre". Y es que es animal de costumbres.

Con su camino ya marcado entre la hierba de la finca aledaña a la vivienda de Loli Villadóniga, aterriza todos los días en el mismo lugar y con el mismo objetivo: el de venir en son de paz. El cerramiento con el que esta vecina de Vilaleo protege a su gallinero impide que el cánido se acerque a sus gallinas, por lo que, de momento, la amistad entre ambos está asegurada.

Comentarios