Un sacristán a pie de Camino en Sarria

Tras un parón de tres años a raíz de la pandemia, el vecino José Antonio López retoma su labor de ayuda en la iglesia de Santa Mariña, donde recibe a cientos de peregrinos
José Antonio López, con varias peregrinas de Madrid, a las que selló su credencial en Santa Mariña. VILA
photo_camera José Antonio López, con varias peregrinas de Madrid, a las que selló su credencial en Santa Mariña. VILA

Basta con solo unos minutos para comprobar que José Antonio López Vázquez se encuentra como pez en el agua en la iglesia sarriana de Santa Mariña. A sus 72 años muy bien llevados, este vecino ha decidido retomar su labor como sacristán de este templo situado en la Rúa Maior y por donde pasan cada día multitud de peregrinos, a los que atiende con una sonrisa y mucho humor.

Se estrenó como sacristán en 2003 y cinco años más tarde comenzó a ejercer también como intérprete del patrimonio cultural en esta iglesia del Camino Francés, en base a un convenio entre Xunta y Obispado. Desempeñó este cometido durante años, en los que selló credenciales y ofreció información a miles de peregrinos, compartiendo vivencias con personas de todas las nacionalidades, actuando como psicólogo en no pocas ocasiones y recogiendo en una libreta mil y una anécdotas de ese contacto diario con caminantes de todo el mundo.

La jubilación le llegó a José Antonio López en 2016, pero no impidió que continuase actuando como sacristán de Santa Mariña, esa "especie en extinción", como le dijeron en una ocasión.

Siguió cuidando de la iglesia, sirviendo en el altar y ayudando en la lectura o en los cánticos gracias a que siempre gozó de "boa voz", además de asistir en los funerales. Tuvo que venir una pandemia y un confinamiento para que todo cambiase. En marzo de 2020 cerraron las iglesias y el bullicio de los peregrinos dio paso a un Camino desierto. Aquella experiencia mudó la perspectiva de José Antonio López, que se decantó por buscar "a tranquilidade" y alejarse de una situación que percibía como "fantasmagórica". Aficionado al ciclismo, la bicicleta fue su refugio tras el covid y con ella realiza rutas a diario para disfrutar de la naturaleza y mantener a punto "a cabeza e o corpo".

Y así fue hasta hace aproximadamente un mes, cuando llegó a la conclusión de que "a vida non se compón só de andar en bicicleta". Sintió una especie de "chamada interior" y un deseo de recuperar la actividad como sacristán que había desempeñado hasta que la pandemia lo truncó todo.

No habían pasado ni 20 minutos desde aquella revelación y José Antonio López estaba ya marcando el número del convento sarriano, cuyos padres mercedarios se ocupan de la iglesia de Santa Mariña y a quienes se muestra siempre muy agradecido.

"Aquí tes ao sancristán", anunció a fray Andrés, que recibió "con alegría" su regreso. Tres días después de aquella llamada, José Antonio López estaba ya cantando en San Salvador y, desde el 15 de mayo, vuelve a atender la iglesia de Santa Mariña, todas las tardes, de 17.00 a 20.30 horas, excepto los lunes, compartiendo esta función con un fraile congoleño, que se ocupa de abrir el templo por las mañanas de 9.00 a 11.00 horas.

Encántame recibir os peregrinos e falar con eles. Son moi agradecidos

"Aquí estou na miña salsa", comenta entre risas, mientras sella credenciales a peregrinos de Brasil, Islandia, Hungría, México, Estados Unidos, Portugal o Taiwán. "Encántame recibilos e falar con eles. Son moi agradecidos", explica el sacristán, que regresa a casa "case transformado".

Sin dejar de sonreír y estampar sellos aprovecha para darles un último consejo antes de iniciar la misa de las siete de la tarde. "Disfrutad de la naturaleza", les dice, convencido. Una recomendación que el sacristán se aplica a sí mismo porque, según confiesa, sus paseos diarios en bicicleta no los deja "por nada do mundo".

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