"Los perros corrieron detrás de mí un kilómetro", dice la mujer atacada en Triacastela

Los dueños de un albergue de A Balsa afirman que es la segunda persona mordida por los canes e instan a tomar medidas para evitar nuevos incidentes

Jessica Moro y Céline Schyns. PORTO
photo_camera Jessica Moro y Céline Schyns. PORTO

La joven Céline Schyns se llevó un buen susto el domingo en A Balsa (Triacastela) cuando un can la mordió en una pierna. "Vi tres perros correr hacia mí. Me mordieron en la ropa y el bolso, corrí un kilómetro más o menos, ellos detrás, y me mordieron en una pierna", relata.

Esta holandesa, quien trabaja durante este mes como voluntaria en el albergue El Beso, salió a pasear en la mañana del domingo por un camino. Según explica, al ver a los perros ir hacia ella se dio la vuelta, pero la alcanzaron y "mordieron en la ropa, en un muslo, y tiraron del bolso". "Empecé a correr un kilómetro más o menos y, cuando llegué al Camino de Santiago, me mordieron en una pierna", cuenta la joven, quien tuvo que ser atendida en el Punto de Atención Continuada (PAC) por la herida, de carácter leve.

La joven asegura que pasó "mucho miedo" y denunció los hechos ante la Guardia Civil de Samos. Pide, al igual que los dueños del albergue El Beso, que se tomen medidas con los animales para evitar nuevos incidentes.

La propietaria del establecimiento, la italiana Jessica Moro, afirma que este es el segundo ataque que se produjo en una semana, pues unos días antes a un peregrino, de nacionalidad extranjera, los perros (uno de caza y dos mastines) lo mordieron en una pierna. "Llegaron al albergue diez peregrinos asustados contando que mordieran a un peregrino, quien se quedó en shock y se fue a la farmacia de Triacastela para curar la herida", indica.

La dueña del albergue asegura que con anterioridad ya puso en conocimiento de la Guardia Civil que los tres perros -propiedad de unos vecinos- están "sueltos" por el pueblo y denuncia que las fuerzas de seguridad "no hacen nada" con los animales. "Dicen ahora que esperemos a que el juzgado tenga una resolución. No podemos esperar por el juzgado, a qué esperan, qué ataque a otro peregrino?", señala Jessica Moro.

Esta reclama que se cumpla la ley, pues, según esta, los perros "tendrían que estar en una finca cerrada o pasear atados o sueltos, pero con sus dueños", afirma.

En el albergue tienen todos los días "de 10 a 15" caminantes y ya los alertan de que no paseen por el vial por el que se encuentran los animales. "Los peregrinos a veces se equivocan de camino y pueden ir hasta allí" y teme que puedan ser atacados. "La gente del pueblo echa a los perros con un bastón, pero no se puede estar siempre así, quiero ir a pasear tranquila", concluye Moro.

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