Luna de miel de Camino

Una pareja de Alicante inicia en Sarria su primera peregrinación juntos a Compostela dos días después de contraer matrimonio
Chema y Ana, recorriendo el Camino. EP
photo_camera Chema y Ana, recorriendo el Camino. EP

Dos días después de contraer matrimonio en la localidad alicantina de Aspe, Ana Sánchez y Chema Jiménez se calzaron las botas e iniciaron este lunes en Sarria su primera peregrinación juntos a Compostela, en una luna de miel que ellos mismos califican de "atípica" y con un punto de "locura".

Para él, de 50 años e ingeniero informático en una empresa de alimentación, es su cuarto Camino. Ella, de 49 y comercial en una firma de seguros, tenía ganas desde hacía tiempo de vivir esta experiencia. "A mí el Camino siempre me ha gustado y ella tenía ilusión por hacerlo", resume el marido. Así que descartaron otros planes de luna de miel y se lanzaron.

"Lo típico del viaje de novios es ir a la playa, a descansar, a relajarte... y nosotros decidimos levantarnos a las cinco de la mañana", dicen entre risas. Según cuentan, les apetecía compartir esta vivencia "como algo más sentimental" y también simbólico. "Es un primer Camino juntos, el camino de nuestra vida, pero también el Camino de Santiago", señalan.

Ambos comenzaron su relación en 2014 aunque, coincidencias de la vida, habían compartido instituto en su día sin llegar a conocerse. El sábado, se casaron en Aspe en una celebración a la que asistieron 35 personas. "Hemos estado hasta hace tres o cuatro semanas que no sabíamos si íbamos solos a la boda por las restricciones. Al final pudo venir la gente que queríamos y fue un día muy divertido", comenta Chema.

Apenas unas horas después de la ceremonia, añade, cogieron el coche hasta Sarria para iniciar este lunes un Camino que ya les deparó muchas sorpresas, como detalles por su luna de miel en los establecimientos en los que se alojaron.

Culpa de ello tuvo también el presidente de la Asociación de Amigos do Camiño na Comarca de Sarria, Jorge López, a quien visitaron a su llegada a la villa por indicación de otro peregrino, José Sanchís, Moncho, autor de unas pequeñas manos de plástico que se han convertido en un símbolo de la amistad en el Camino.

Tanto Chema como Ana son portadores de estas manos, que no se compran ni se venden, sino que se regalan a personas "especiales" que encuentran en su ruta. "Yo siempre digo que el Camino cambia a la gente. Aquí todo el mundo te saluda e intenta ayudar, parece que ya vas predispuesto a la buena voluntad", destaca el marido.

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