NUNCA SE imaginaron que sus creaciones viajarían por todo el mundo y menos a su edad, pero no es un sueño, es una realidad. Ocho mayores de la residencia Nosa Señora do Carme de Sarria, alguno que incluso alcanza los 90 años, elaboran muñecas de trapo que llegaron a recorrer miles de kilómetros.
Distintos puntos de España, Nueva York, Buenos Aires o Suiza son el hogar de algunos de sus trabajos, cuentan ilusionados. "Estarán hasta en Japón", señala una de las residentes. Y es que viajan por el mundo de la mano de peregrinos, pues sus obras se pueden encontrar, además de en el geriátrico, en un albergue. "Se llevan el cariño que le ponemos", afirman. Y ese afecto es mucho.
Familiares, amigos y vecinos son otros de los destinatarios de las figuras, que también llegaron a un geriátrico de Victoria "para que aprendan a hacerlas".
Clara Castro, Ana Cangas, Montserrat Álvarez, Lourdes Poy, María Amable González, María Ares, Marta López y Carlos López son los fabricantes de las muñecas, aunque el único hombre del grupo dice entre risas que él solo es "apoyo moral". Estos artistas tienen entre 70 y 90 años, pero la edad no impide que den vida a las figuras con su "profesora", la animadora del centro que puso en marcha la iniciativa.
Mantenerse activos es la razón por la que nació el obradoiro en el que desde hace tres años realizan las muñecas, además de otras manualidades. Es una actividad que les ayuda a trabajar en equipo y a ser autónomos. "Los beneficios del taller se extienden al resto de los mayores", indica el personal del geriátrico. Para Carlos López, "solo por la sonrisa de algún compañero vale la pena", apunta recordando la emoción de un residente cuando le dio una pieza.
Los ocho mayores elaboran muñecas de dos tamaños, unas de ellas recuerdan a una abuela con su moño y sus gafas. Cada uno de estos residentes tiene su función en el proceso, desde cortar el relleno hasta realizar las trenzas y preparar el material. Este es completamente reciclado.
El grupo es muy trabajador y dedica dos horas diarias al taller de manualidades, incluso los fines de semana, ayudándoles a mantener una rutina. Sin embargo, los sábados y domingos son especiales porque después comparten todos juntos un café y unas pastas.
Los artistas son también perfeccionistas y trabajan "muy concentrados". "A veces no damos ni palabra", añade Ana Cangas. Sin embargo, esto cambia al aparecer el único hombre del grupo, que les da "cháchara" y las "lía".
"Estamos muy bien, muy compenetrados", coinciden los ocho, a los que le gusta "mucho" hacer esta labor, con la que están "muy entretenidos". Por poner un único pero, no están de acuerdo con el nuevo diseño de las muñecas (de mayor tamaño) y les dio "pena" empezar con él al llevar "mucho tiempo" con el anterior.
Con una gran paciencia nacen estas obras. "La paciencia te la da la vejez", contesta Clara Castro. Y así van dando forma a sus trabajos, cuyos nuevos propietarios se llevan el gran cariño y pasión que le ponen estos ocho mayores.