La gran obra de una marquesa filántropa

La esposa del chocolatero Matías López, Andrea Andrés Sánchez, fue toda una benefactora para Sarria. A ella se debe la creación del hospital Nuestra Señora del Carmen, inaugurado hace 110 años y que sería la antesala de la actual residencia de mayores

Obras de construcción del hospital de O Mazadoiro, a principios del siglo XX. AEP
photo_camera Obras de construcción del hospital de O Mazadoiro, a principios del siglo XX. AEP

AUNQUE MADRID fue su ciudad de nacimiento y defunción, Andrea Andrés Sánchez, marquesa de Casa López, mostró siempre un especial apego a la tierra de su esposo, el industrial chocolatero por excelencia, Matías López. Las múltiples aportaciones a Sarria realizadas por esta filántropa tuvieron su punto culminante con la construcción de un hospital en el barrio de O Mazadoiro, una institución de gran relevancia en su época y de cuya puesta en marcha se cumplen 110 años.

Pese a que ya nada queda de aquel singular edificio, encargado a uno de los arquitectos de renombre del momento, sí pervive su función social y en ese mismo lugar se alza la residencia de mayores de Sarria, también bautizada como Nuestra Señora del Carmen en memoria de aquel hospital-asilo de principios del siglo XX.

El investigador Xaime Félix López Arias, miembro del Seminario de Estudos Sarriaos Francisco Vázquez Saco, ha recopilado la historia de esta institución sanitaria, levantada en unos terrenos conocidos como Cortiña do Mazadoiro, que la propia Andrea Andrés adquirió el 11 de mayo de 1905. En esta amplia parcela, la marquesa de Casa López encomendó a Valentín Roca Carbonell —autor de varios edificios modernistas en Madrid— el proyecto para construir un hospital municipal, cuyo coste ascendió a 54.500 pesetas.

El resultado del encargo fue un edificio de 411 metros cuadrados que "constaba de capela, sala para homes, sala para mulleres, residencia para o conserxe ou ordenanza, dúas salas de entrada, botiquín e un soto para aireación", escribe López Arias.

Su inauguración tuvo lugar el 22 de junio de 1908 y quedó plasmada en la revista Nuevo Mundo, ilustrada con imágenes del edificio, la capilla y las camas para los enfermos, además de un retrato de la benefactora. "En Sarria (Galicia) se ha celebrado con gran entusiasmo la inauguración de un magnífico hospital, construido y dotado con arreglo a los adelantos modernos, a expensas de la señora marquesa de Casa López. Esta donación es un acto de filantropía que añadir a los muchos que, tanto de la marquesa como de su esposo (q.e.p.d.), han conquistado para el nombre de Casa López la gratitud y el cariño de aquella comarca", recogía la publicación.

Una vez completada la obra, Andrea Andrés entregó el hospital al Ayuntamiento sarriano junto con un cuadro alegórico a la caridad y con títulos de deuda pública para afrontar los gastos de su gestión, con la única condición de que asumiese con eficacia su cuidado porque, de lo contrario, revertería a la donante o herederos.

El Concello se preocupó del centro asistencial, al que destinó fondos año tras año, dotando también la plaza de médico. Además, llegó a un acuerdo con las Hermanitas de los Ancianos Desamparados para la atención de los enfermos y promovió una ampliación del edificio para instalar un asilo.

Según los datos reunidos por López Arias, un total de 360 pacientes fueron asistidos en este hospital, donde también se realizaron operaciones de urgencia y en el cual ingresaron durante la Guerra Civil algunos militares de servicio en la localidad y en el campo de aviación de A Chá.

A mediados de siglo, el inmueble pasó a ser exclusivamente asilo de ancianos y, cuando las religiosas abandonaron Sarria por el envejecimiento de la comunidad, los residentes fueron acogidos en otros puntos de la provincia. La edificación, que a lo largo de su historia también sufrió un incendio, sirvió durante un tiempo con fines educativos y acabó siendo demolida con el permiso de los herederos de la marquesa, a quien la villa reconoció su generosidad con una calle y el nombramiento como Hija Adoptiva.

La nueva etapa comenzaría en los años 80, cuando en el mismo lugar se construyó la actual residencia de mayores, con fondos aportados por los vecinos, ayudas de distintas administraciones y la contribución especial de las hermanas García Vázquez. El geriátrico sarriano, que durante años estuvo regentado por la congregación de San Vicente de Paúl, es desde hace una década un organismo autónomo dependiente del Concello. El inmueble dispone de 90 plazas, que son atendidas por una plantilla de unas 40 personas.

La residencia es la heredera de una tradición asistencial que comenzó gracias a la persona de Andrea Andrés, marquesa por "concesión pontificia", quien se ganó por méritos propios un lugar destacado en la galería de sarrianos ilustres.

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