El día que el paracaidista Mayoral conoció al Rey

El sarriano Marciano Fernández, que en 1954 participó en el primer salto del Ejército de Tierra, cumplió un sueño al saludar a Felipe VI
Marciano Fernández Mayoral. SEBAS SENANDE
Marciano Fernández Mayoral. SEBAS SENANDE

El martes por la mañana, el vecino de Sarria Marciano Fernández Mayoral se enfundó el traje de veterano paracaidista. Hacía tiempo que no se ponía el uniforme, pero estaba impoluto en su armario. Luciendo sus medallas y pins se acercó hasta el puesto de la Guardia Civil, dispuesto a cumplir a sus 87 años lo que para él era un "sueño", saludar a Felipe VI, aprovechando su visita al cuartel.

Fernández Mayoral tiene dos pasiones: el tenis y la vida mili­tar. Seguidor de Rafa Nadal, este vecino llegó al mundo castrense muchos años atrás cuando, según cuenta, formó parte de la primera promoción de la brigada paracaidista del Ejército de Tierra y, como tal, participó en 1954 en el salto inaugural de esta unidad. No fue el único hito en su trayectoria, dado que tres años después estuvo en la guerra de Ifni, donde volvió a tomar parte en el primer salto de la brigada en conflicto bélico.

Marciano Fernández nació en Toledo en 1935, pero muy pronto lo llevaron para Madrid. Allí, siendo un adolescente se apuntó a la escuela de formación profesional de automovilismo y, cuando supo que buscaban personas para iniciarse en el paracaidismo, decidió probar suerte. Entró en el primer curso y, el 23 de febrero de 1954, aquella promoción se estrenó con un salto en Alcantarilla (Murcia). Es, quizás, el que menos recuerda. "No te enteras, no sabes si has saltado o te han empujado", dice. No estaba nervioso, pero sentía un "hormiguillo" que hizo que tanto él como sus compañeros tuvieran que "ir a orinar" varias veces.

En la guerra de Ifni entre España y Marruecos participó como combatiente en la unidad paracaidista del Ejército de Tierra, en una compañía en la que, según su relato, estaba de teniente Ortiz de Zárate, quien "falleció de una ráfaga". "Se pasa muy mal", resume Marciano Fernández, quien insiste en que la guerra "no es un juego" y en que las medallas no se ganan sino que "se otorgan".

En su caso esquivó la muerte por casualidad. Por su complexión menuda tenía por costumbre subir de último al avión y quedarse primero en la puerta de lanzamiento, pero el 8 de mayo de 1957 un comandante solicitó ocupar su plaza para trasladarse a Tiliuin. Marciano bajó obligado y, a los pocos minutos, el avión sufrió un accidente que dejó varios muertos.

Vecino de Sarria desde hace 16 años, localidad a la que se mudó por residir aquí su hijo menor, este paracaidista conoció a Juan Carlos de Borbón en los tiempos de formación militar en Zaragoza, donde, dice, entablaron cierta amistad porque coincidían en una cafetería y tenían por costumbre invitarse unos grupos a otros.

Ya como rey, tuvo ocasión de saludar a Juan Carlos I y ahora le hacía ilusión ver de cerca a Felipe VI, por lo que acudió el martes al cuartel de la Guardia Civil. El rokiski militar que lucía en la solapa llamó la atención de uno de los miembros del equipo de seguridad del Rey, que resultó ser de la tercera bandera paracaidista y que se acercó para conocer su historia. Al saber que Mayoral era de la primera promoción, le pidieron que esperara en la entrada para saludar al monarca e incluso le dieron un pin de la Casa Real. Fue así como este veterano cumplió su deseo y estrechó la mano a Felipe VI, al que le dijo, tirando de humor: "Lo siento por su espalda, porque para saludarme a mí se ha tenido que agachar un poquito".

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