Un Camino intercultural que empieza en Triacastela

El programa Xacobeando acerca a jóvenes europeos al municipio del Camino Francés para promover actividades solidarias en el histórico itinerario
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photo_camera Los jóvenes participantes en el programa Xacobeando ante el consistorio. DEPRADA

Triacastela no entiende de fronteras y ofrece sus parajes y costumbres a todo aquel que quiera disfrutarlos. El municipio es un punto de referencia en el Camino Francés, senda por la que llegan a diario peregrinos de todo el mundo que quedan prendados de su entorno.

En el concello aterrizaron a principios de julio Inês (Portugal), Silvia (Italia), Daniela (Letonia), Ekke (Estonia) y Yolanda (Valencia), un grupo de jóvenes procedentes de varios puntos de Europa que llenaron sus mochilas de ganas e ilusión y emprendieron su viaje hasta la localidad gracias al programa de voluntariado Xacobeando, un proyecto en que colaboran la Xunta y la Unión Europea para promover la solidaridad en el entorno del Camino.

Durante su estancia en el municipio este grupo de jóvenes trabaja para mejorar el día a día de los peregrinos y de los lugareños. Entre sus labores se encuentra el cuidado del medio, la atención y recepción de los huéspedes que llegan al albergue público de Triacastela, la localización de barreras arquitectónicas y deficiencias que dificultan la ruta a personas con movilidad reducida, y la organización de actividades varias como algunas de las realizadas en la tercera Festa do Peregrino.

Las bases que rigen el proyecto son la interculturalidad y la sostenibilidad, como recuerda Silvia que llegó desde Leccia (Italia). "Nuestras nacionalidades y edades son diferentes, pero nuestros objetivos son los mismos", señala. Todos van en la misma dirección: hacer del Camino de Santiago un lugar en el que la igualdad, la sostenibilidad y la interculturalidad sean una realidad.

Por ello, una de las próximas actividades que llevarán a cabo será crear un espacio en el área fluvial que sirva de punto de encuentro para todos los peregrinos. En él se compartirán experiencias y vivencias y se podrá conocer a gente que esté recorriendo la ruta en soledad para hacer equipo entre todos.

Este proyecto no sería posible sin la ayuda de su casera, que les cede uno de los pisos de su vivienda y les ofrece alimentos que ella misma cultiva. "La gente aquí es muy hospitalaria, nuestra casera nos ofrece lechuga, tomate, huevos...", apuntan los jóvenes. De la misma manera, también es indispensable el trabajo de María Rodríguez, su coordinadora, que les ayuda con el idioma y les pone en contacto con las instituciones.

Este programa es pionero, y este grupo es el primero que llega a la zona. Es por ello que aun quedan detalles por matizar y mejorar, pero al ser preguntados sobre la posibilidad de repetir, la respuesta es unánime y afirmativa sin pensarlo. Está previsto que los jóvenes permanezcan en Triacastela hasta el día 31, aunque alguno de ellos deja la puerta abierta a la posibilidad de quedarse allí a vivir.

Sienten que están haciendo algo útil por el Camino y por el entorno y buscan con sus acciones "llegar al mayor número de gente joven posible".

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