'O Alemán' de Sarria, una vida al margen de la ley

Protagonista desde joven de las páginas de sucesos y doctorado en los banquillos, Javier Álvarez levanta suspicacias hasta en su muerte
Javier Álvarez López, O Alemán. EP
photo_camera Javier Álvarez López, 'O Alemán'.AEP

Cuatro décadas de trayectoria al margen de la ley, con casos a sus espaldas de prostitución o estafa en la venta de coches, hacen del sarriano Javier Álvarez López, 'O Alemán', un viejo conocido en los ámbitos judicial y policial. Tanto, que hasta la noticia de su fallecimiento a la edad de 68 años en Colombia levanta suspicacias y trae al recuerdo aquella ocasión en la que él mismo, en los 80, fingió ser un informante anónimo para anunciar su propia muerte.

Hijo único, Javier Álvarez vino al mundo en la parroquia sarriana de Lousadela en el año 1952. Dicen que ya de niño apuntaba maneras a la hora de hacer fechorías y que siempre tuvo una cierta iniciativa que bien orientada podría haberle reportado éxito en los negocios. Pero eligió otro camino y en él se mantuvo toda la vida. Siendo muy joven emigró a Alemania para eludir el servicio militar y allí se ganó el apodo que le acompañaría el resto de sus días y que le granjearía fama en los banquillos.

INICIOS. Con una ficha policial extensa, comenzó con la falsificación de carnés de conducir y se vio envuelto en multitud de procedimientos, varios de ellos relacionados con estafas en la venta de coches, un sector por el que sentía especial atracción. De hecho, no era extraño verle al volante de vehículos de alta gama que hoy en día podrían ser piezas de colección.

Los clubs de alterne centraron otras de sus "actividades" en poblaciones como Lugo, Becerreá o Sarria. En su municipio natal creó el Papi Paella, que comenzó como restaurante pero poco tardó en derivar a burdel. En Betote regentó Los Mariachis, donde era habitual ver a Pandora en "espectáculos" sexuales con su perro, y en el Apocalipsis prostituyó a cuatro jóvenes colombianas, lo que le valió en 2004 una condena de doce años de prisión y la clausura del establecimiento.

En Lugo tuvo locales como Tu Caseta Caribeña y en Becerreá estuvo al frente del Satélite 22, donde llegó a convocar a los medios a una surrealista rueda de prensa en el año 2001 en la que se despachó contra un guardia civil que acabó imputado en el caso Carioca.

UN ARMA. Entre sus antecedentes hay también casos de agresión o falsedad documental. Cuentan que no era extraño que portase un arma y que en más de una ocasión la sacó a relucir. Como aquella vez en A Pobra de San Xiao (Láncara) en que la emprendió a culatazos con un guardabarrera porque no le dejaba cruzar un paso a nivel cerrado u otro episodio de un tiroteo en una barra americana de la Ronda de la Muralla de Lugo.

También chocó con la iglesia, con un sonoro desencuentro con el sacerdote de su parroquia por la comunión de sus hijos, e incluso protagonizó una fuga en los años 90 que finalizó con su detención en la ciudad alemana de Hamburgo por parte de la Interpol tras una orden de la Audiencia Provincial.

Tuvo una época en la que también repartió alcoholímetros en distintos locales de hostelería, pero una vez más al margen de la legalidad. De su vida personal, se desconoce si llegó a estar casado y se cree que tuvo unos siete hijos de diferentes relaciones, algunos de los cuales viven en otros países.

Durante un largo período regentó un negocio de compraventa de coches en Betote (Sarria), escenario en 2017 de una macrooperación, que concluyó con varios detenidos, entre ellos "O Alemán" y con el negocio precintado. El caso pasó a la Audiencia Nacional al existir un centenar de perjudicados repartidos por todo el territorio español que supuestamente adquirieron vehículos de segunda mano importados de Alemania, los cuales tenían el cuentakilómetros alterado, averías varias o que, directamente, no llegaron a manos del comprador. Por esta causa, Javier Álvarez ingresó en prisión provisional y allí volvió a ser noticia al acumular en su cuenta del economato cerca de 20.000 euros cuando el máximo para gastar semanalmente en el centro penitenciario era de 80 euros. Aquella suma fue intervenida por orden el juzgado de instrucción de Sarria.

COLOMBIA. Con este y otros procedimientos pendientes -uno de ellos por usar el nombre y el logo de Mercedes, compañía a la que lanzó un órdago reclamando 13 millones- surge la pregunta de cómo pudo salir de España y viajar a Colombia. El pasado mes de julio debía sentarse en el banquillo en Lugo para rendir cuentas por un coche que supuestamente vendió con 60.000 kilómetros más de los que marcaba, pero la vista ya no se celebró al no poder localizarlo para notificarle la citación.

Esta semana se conoció su fallecimiento en la ciudad colombiana de Bucaramanga, fruto de una enfermedad que venía arrastrando y que supuestamente se agravó por causa del covid-19. Según diversas fuentes, existe un informe médico que da cuenta de la dolencia que padecía y un certificado de defunción del pasado día 19.

El rumor sobre su fallecimiento sonaba en el municipio sarriano desde hace días, en lo que para más de uno fue una crónica de una muerte anunciada que les hace sospechar de que esconda algún tipo de estratagema. Controvertido hasta el final, las cenizas de Javier Álvarez serán repatriadas por un familiar para darle descanso eterno. ¿O no?

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