"Cando de pequeno vía un garda corría cara el". Así de claro tenía José Luis Porto a qué quería dedicarse. Su objetivo lo consiguió en 1980, cuando comenzó a trabajar como policía local en Sarria. A
hora disfruta ya de la jubilación tras 38 años de servicio en el mismo destino y reconoce que todo cambió a lo largo del tiempo. "Cando entrei empecei entregando notificacións pero non tiñamos coche", recuerda.
Porto tenía esa función porque "era o único que tiña carné, entón só o podía facer eu". Pero, a falta de vehículo oficial, al final terminaba recurriendo a una bicicleta, a su moto o, en caso de mal tiempo, "tiñamos que envialas por amigos ou familiares". Un trabajo que repitió durante diez años hasta que el Concello compró el primer coche, "un Seat Ronda".
Además de la entrega de notificaciones, en sus inicios este policía recientemente jubilado era el encargado de cobrar las tasas en la villa. Por aquel entonces ni el personal ni los medios eran suficientes y recuerda que tenía que hacer guardia con "unha pistola da miña propiedade". Porto señala que uno de los grandes cambios que sufrió la Policía Local sarriana es el aumento en el número de trabajadores, que pasaron de 3 a 13 durante su andadura y, con ello, una mejora en las condiciones laborales.
"Cando empecei só descansabamos catro días ao mes e non recordo ter vacacións. Aqueles foron tempos fastidiados", añade. Fueron muchos años de servicio en la misma comisaría que le han dejado decenas de anécdotas.
ANÉCDOTAS. "Un día detivemos a un ladrón que andaba polos tellados da vila e, cando xa o tiñamos, non sabemos como, desapareceu. Estivémolo buscando e, ao final, atopámolo dentro dun contenedor de lixo onde se escondera", ríe mientras lo cuenta.
En 38 años en el cuerpo vivió muchos momentos de la historia de Sarria y trabajó de la mano de los cinco alcaldes que ha tenido la localidad durante la democracia: Manuel Lence, Arturo Corral, Claudio Garrido, José Antonio García y, la actual, Pilar López. Pese a que a lo largo de los años mejoraron las condiciones, reconoce que todavía "hai poucos efectivos" y añade que "debería haber unha patrulla de noite porque cada vez hai máis roubos".
Porto se va, deja el cuerpo para tener una vida más tranquila y "pasear e charlar cos amigos", pero echando la vista atrás no se arrepiente y está feliz de su trabajo. "Sempre amei a profesión, lévoa no sangue", concluye.
