CÁNCER DE COLON

Teresa Vidal: "Soy mucho más fuerte de lo que era antes de sufrir esta enfermedad"

Las previsiones dicen que este año se contabilizarán en España más de 43.000 nuevos casos de cáncer colorrectal, el más diagnosticado y el segundo que mayor tasa de mortalidad genera. Las cifras siempre son frías, pero estas se humanizan al pensar que detrás de cada uno de esos miles de pacientes habrá una historia similar a la de Teresa Vidal. 
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photo_camera Teresa Vidal, con su cuaderno. SEBAS SENANDE

En el año 2017, la vida de Teresa Vidal transcurría sin sobresaltos, compaginando su trabajo como maestra de Infantil en el Ceip Illa Verde con su familia. Sus dos hijas, entre la adolescencia y la juventud, eran buenas estudiantes y ningún nubarrón parecía cernirse sobre su horizonte. Llevaba  algún tiempo sufriendo molestias abdominales, pero ella las achacaba a gases y no le preocupaban. "Una noche las molestias fueron a más, tenía mucho dolor y empecé con náuseas, así que mi marido me llevó al hospital Ribera Polusa, donde me dieron analgésicos y buscapina", relata. Sin embargo, algo no les gustó a los médicos, que decidieron dejarla esa noche en observación y hacerle varias pruebas a primera hora de la mañana. Los resultados se los comunicó inmediatamente la cirujana Rocío González, que como recuerda Teresa «entró en la habitación y me dijo: "Voy a ser clara. Tienes un tumor muy agresivo y tenemos que operarte ya". Lo hizo, menos de una hora después, junto al doctor Manuel Muinelo

La cirujana entró en mi habitación y me dijo que tenía un tumor muy agresivo. En menos de una hora me estaban operando

EL PROCESO

El tumor era un adenocarcinoma enteroide de intestino grueso y a la cirugía le siguieron doce sesiones de quimioterapia, que recibía en el Hula cada quince días. La quimio fue dura, pero aún le quedaba otra prueba difícil, como explica Teresa: "Mi oncólogo, el doctor Sergio Vázquez, me dijo que se había reunido todo el equipo para analizar mi caso y que, teniendo en cuenta mi edad –57 años– y que habían encontrado algunas células malignas en el peritoneo, me recomendaban una segunda operación. Posiblemente le debo la vida, porque si no hubiera insistido tanto quizás yo no hubiera dicho que sí, que de acuerdo". 

No había pasado ni un año desde la primera intervención cuando llegó la segunda. Las cirujanas María Conde e Isabel Pérez Moreiras le aplicaron la técnica de citorreducción con Hipec (hyperthermic intraperitoneal chemotherapy), que combina la extirpación de todas las superficies que podrían estar afectadas por el tumor –a ella le quitaron el peritoneo, la vesícula, el útero y los ovarios– con la administración intraabdominal de quimioterapia caliente, pues el calor aumenta su  capacidad de penetración.

A raíz de esa segunda cirugía, Teresa pasó once horas en el quirófano del Hula, cinco días en la Uci y un mes hospitalizada. Quizás ese fuese el periodo más duro: "Pasé mucho miedo, muchos dolores y mucha angustia, pensando que nunca podría volver a caminar". Pero también sintió la empatía y el afecto de todos los que la atendieron "desde los médicos hasta los celadores. Era totalmente dependiente y no te imaginas la delicadeza con la que me limpiaban o el mimo con el que me ayudaban a comer. En ningún sitio lo podrían haber hecho mejor. Yo digo que en el Hula me siento como en mi segunda casa". Y deja una reflexión: "No entiendo cómo no hay más dinero para todo esto". 

EMPATÍA

Teresa se ve a sí misma como una mujer fuerte y optimista. Pero ni todo el optimismo del mundo puede evitar el shock al recibir un diagnóstico de cáncer. Ella recuerda que, con el alta hospitalaria tras la primera intervención, se fue a la sede de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) en Lugo. "Me atendió la psicóloga, Rosa Zas, y le expliqué lo que me pasaba y que quería saber si los podía ayudar en algo. Ella me dejó hablar y me dijo que perfecto, que mi contribución sería bien recibida. En ese momento no pensaba que era yo la que necesitaba ayuda. Pero en la segunda cita me derrumbé, me eché a llorar y le preguntaba: ¿Por qué a mí? Parece que es algo que en algún momento todos decimos". 

Recuerdo especialmente una frase de la psicóloga: "La mente se adapta a todo". Y es verdad

Las palabras de la psicóloga fueron un bálsamo para ella, ese día y muchos otros que vinieron después, pero de todas sus frases recuerda especialmente una: "La mente se adapta a todo, me dijo, y es verdad. Fíjate que yo soy nieta de médico y de enfermero, hija de médico y de enfermera, pero nunca soporté ver ni una gota de sangre. Pero cuando llega el momento, vaya si eres capaz, de eso y de mucho más. Soy mucho más fuerte de lo que era".  

FAMILIA, LOS OTROS AFECTADOS

El día del diagnóstico, Teresa y su marido, Alberto Cepeda, catedrático en la facultad de Veterinaria de Lugo, estaban solos. Sus hijas estaban fuera, una de Erasmus en Italia y la otra en la universidad en Santiago, y no hubo tiempo para avisarlas. Teresa cree que los tres "lo pasaron peor que yo. Yo sabía lo que me estaba pasando en cada momento y cómo me sentía, pero ellos se lo imaginaban y la imaginación a veces nos lleva por caminos terribles, peores que la realidad, por difícil que esta sea".

Creo que mi marido y mis hijas lo pasaron peor que yo, porque la imaginación nos lleva por caminos terribles

Además del apoyo de su núcleo, también contó con el de sus hermanas, que viven fuera y se desplazaron a Lugo para ayudarlos: "Siempre hemos estado unidas, pero esta experiencia hizo que nos acercásemos más. Su presencia fue un puntal para Alberto". Y brota otra reflexión: "Esto hace que la gente se una más".

MIRAR HACIA ADELANTE

Para volver a la normalidad hay que ser valiente. Teresa cuenta cómo, cuando regresó a casa, "mandé a cada uno a su sitio. Tú a trabajar, tú a estudiar...". Así que pasaba mucho tiempo sola, siguiendo el ritmo que su cuerpo le permitía y escuchando a su mente. Un día salió a la calle y se compró un cuaderno, el más bonito que encontró, para anotar "solo las cosas buenas que esta porquería me ha traído". Lo primero que escribió fue: "Me ha pasado a mí y no a los míos". Ya lleva más de cien páginas y ahí cabe de todo, desde los quince kilos que perdió –"me he quedado con un tipo que ni te imaginas"– a la conexión invisible con todas las personas que han pasado por una experiencia parecida. Lo último ha sido el dictamen de Alberto Carral, el oncólogo que se ocupa de su seguimiento, esta misma semana: "No hay nada. Estás perfecta".

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