Lorena Serrano: "Aún hay muchas mujeres que no han visto nunca sus propios genitales"

La ginecóloga se ha encontrado tantos mitos y falsas creencias en su consulta que, para tratar de despejarlas y aportar una información veraz, ha escrito el libro ‘Conócete bien, cuídate mejor'. Lo ha hecho movida por el mismo afán divulgativo que la llevó a crear el espacio @hello.gyn, que ya acumula más de 50.000 seguidoras.
Lorena Serrano. FOTO: @umamibrands
photo_camera Lorena Serrano. FOTO: @umamibrands

La ginecóloga Lorena Serrano (Barcelona, 1988), máster en Patología Mamaria y máster en Nutrición y Salud de la Mujer, explica con soltura que "he perdido la cuenta de las innumerables veces que me he quedado helada en mi consulta. He visto pasar a cientos de mujeres, desde la adolescencia hasta la vejez, todas con algo en común: estaban cargadas de dudas, de mitos y leyendas urbanas y, sobre todo, de mucho desconocimiento sobre sus vulvas, sus vaginas y su salud ginecológica".

Muchas de las mujeres que pasan por su consulta todavía no conocen bien su cuerpo, ¿cómo es posible?

Todavía nos queda mucho por aprender de nuestra anatomía, de cómo funciona, qué es normal o qué no es normal y, sobre todo, de cómo prevenir ciertos problemas ginecológicos. Es cierto que cada vez nos interesa más nuestro cuerpo y tenemos más información, pero aún así yo me sigo encontrando en consulta con muchos mitos y falsas creencias. Sigue haciendo falta que visibilicemos más la salud de la mujer.

¿Por dónde hay que empezar en el autoconocimiento?

Hay que empezar por perder el miedo a mirarse, porque no te imaginas la cantidad de mujeres que nunca han visto sus propios genitales, una zona que de algún modo las avergüenza. Hay que mirarse, saber cómo se llama cada parte íntima y ‘escuchar’ a nuestro cuerpo: anotar las reglas, ser conscientes de los cambios del flujo o de cómo nos afectan los distintos momentos del ciclo.

Cuando no llamamos a las cosas por su nombre, dejamos de hablar de ellas y de prestarles atención

Esa vergüenza se ejemplifica muy bien en todos los nombres que existen para no llamar a la vulva por su nombre.

Esto es algo que tiene una implicación aún mayor, porque cuando no llamamos a las cosas por su nombre y no lo tratamos con naturalidad, se crea el tabú y dejamos de hablar de ello, incluso con nuestro círculo íntimo. Si no hablamos de algo también dejamos de prestarle atención. Si obviamos una parte de nuestro cuerpo tampoco seremos capaces de ver cuando algo de lo que nos ocurra se sale de lo normal. Es importante referirse a las cosas por su nombre, entender qué son y cómo son.

El tabú lleva a situaciones tan absurdas como que en los anuncios de compresas presenten un líquido... ¡azul!

Sí [risas], aunque hace poco me pareció ver uno en el que el líquido era rosa, ¡pero estamos en 2023! Hemos necesitado años para llegar hasta ahí y normalizar algo tan normal como la menstruación. Sobre la menstruación hay muchos mitos, como pensar que la regla desintoxica; por no hablar de todas aquellas viejas creencias de nuestras abuelas: que si no te puedes lavar el pelo cuando tienes la regla, que no puedes hacer mahonesa porque se corta... Bueno, pues todos estos mitos antiguos aún se arrastran, ha quedado en el inconsciente colectivo ese «si se dice será por algo». 

Muchos mitos antiguos sobre la menstruación han quedado en el inconsciente colectivo

¿Hay alguna razón médica para recomendar la elección de tampón, compresa o copa menstrual?

A nivel médico no hay una opción mejor que otra, todas son igualmente efectivas para controlar el sangrado menstrual y es una elección muy personal, algo con lo que cada mujer tiene que sentirse cómoda. Sí se puede pensar en términos de sostenibilidad, y ahí la copa menstrual es una muy buena alternativa, que puede además satisfacer a las mujeres que usaban tampones previamente. Y aquí sí daría un consejo: no te rindas a la primera de cambio. Las primeras veces con la copa pueden ser un poco frustrantes, pero cuando te hayas familiarizado con su uso será muy fácil.

La publicidad también insiste en presentar mil y un productos para la higiene de las partes íntimas de la mujer, que es algo totalmente innecesario. 

Sí, esa es una lucha que tenemos los ginecólogos. Eso forma parte de lo que decíamos: pensar que la vagina y la vulva es algo feo, que no lo podemos mirar, que lo tenemos que lavar, que hay que ocultar el color de la menstruación... Realmente, la vagina se limpia sola por la acción de su microbiota, que es la que nos protege de las infecciones. Si agredimos esta microbiota con una higiene excesiva aparece la disbiosis, que es la alteración de la flora vaginal, y muy posiblemente una infección. En el caso de la vulva, limpiarla con agua es más que suficiente.

Cambiamos la regla por el síndrome premenstrual, ¿de veras es culpable de todo lo que se le achaca?

Está claro que las hormonas afectan a nuestro estado emocional y al revés: nuestro estado emocional afecta a las hormonas. Esto lo tenemos claro. Pero si el síndrome premenstrual –se llama así al conjunto de síntomas físicos y emocionales leves o moderados que ocurren en la segunda mitad del ciclo– provoca unos cambios de humor tan importantes que estos afectan a tus relaciones personales o laborales, ya no se puede considerar algo normal. Puedes sentirte más cansada, notar hinchazón en el pecho o en la tripa, tener algún bajón anímico... pero nunca algo tan exagerado que te limite. En ese caso habría que buscar algo más, quizás alguna patología que necesita ser tratada. Es fácil culpar a las hormonas de los cambios emocionales, pero muchas veces me parece que está fuera de lugar.

Las hormonas, en este caso durante la menopausia, también provocan que la mujer sufra sofocos, insomnio, aumento de peso...¿hay remedios eficaces para contrarrestar esos síntomas?

Este es el otro gran tema sobre el que no se habla, pero las mujeres también son cada vez más conscientes de que esos síntomas no tienen por qué interferir en su día a día y consultan por este motivo mucho más que antes. Cuando una mujer llega a la menopausia aún le quedan muchos años de vida, le quedan muchas cosas por hacer y tiene responsabilidades laborales y familiares, y esas manifestaciones pueden limitar mucho su calidad de vida.

 En el entorno sanitario falta, a veces, prestarle la atención que merecen las mujeres en la menopausia

Las mujeres demandan más atención por este motivo, pero a veces no se les aporta ninguna solución y salen de la consulta frustradas.

Es cierto que en el entorno sanitario también falta, a veces, la atención que este tema merece. Yo creo que el tratamiento tiene que ser individualizado y que el profesional debe plantear a las pacientes las distintas opciones, poner toda la información sobre la mesa y que ellas escojan. En el caso de la terapia hormonal sustitutiva, por ejemplo, esta tiene unas indicaciones y unas contraindicaciones y no todas las mujeres son candidatas a ella. Esta es la última opción que se ofrece, porque vamos a empezar siempre por los tratamientos menos agresivos. 

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