La publicación científica The Lancet alertaba en el año 2019 del notable incremento de los casos de escarlatina en Gran Bretaña. Una tendencia que se repite —aunque a menor escala— en otros países de Europa, entre ellos España. Este año, en Galicia se registró un brote de escarlatina en Lalín durante el mes de febrero y ahora le ha tocado al concello lucense de Monterroso. Una situación que se enmarca dentro de la normalidad, como explica la pediatra de Atención Primaria Consuelo Lobelle: "No es raro que se den brotes de escarlatina, especialmente durante la primavera y el otoño. Se presenta en forma de brote, y no de casos aislados, porque es muy contagiosa. Empieza un alumno de una clase —o de cualquier otro entorno grupal— y se propaga rápidamente".
INFECCIÓN BACTERIANA
La escarlatina es una infección provocada por estreptococos A (‘Streptococcus pyogenes’), un grupo de bacterias que son las responsables de muchas de las infecciones leves que se manifiestan con inflamación de garganta y fiebre. Serían, como explica la doctora Lobelle, "las faringoamigdalitis bacterianas, que es el único de los tipos que requiere antibióticos".
Hay diferentes estreptococos A, y algunos tienen la capacidad de generar y liberar toxinas. En la escarlatina, esa toxina es la que ocasiona el sarpullido rojo que da nombre a la enfermedad. La erupción, con un tacto áspero, aparece primero en la cara, y seguidamente en el tronco y las extremidades. También en la lengua salen unas protuberancias rojas muy características. Estos síntomas suelen ir acompañados de fiebre, vómitos y dolor de cabeza.
La doctora Lobelle confirma que es preciso "tratamiento antibiótico. Los pediatras normalmente recomendamos como primera elección penicilina o uno de sus derivados, como la amoxicilina".
El antibiótico actúa rápidamente, como explica esta profesional, ya que "a las 24 horas de empezar a suministrarlo, el paciente deja de ser contagioso. El niño puede tardar aún un par de días en encontrarse bien, pero ya no va a propagar la enfermedad".
Posibles complicaciones
La escarlatina no es de por sí una enfermedad grave, "pero hay que tratarla inmediatamente con antibióticos porque a veces el estreptococo provoca complicaciones". Las más peligrosas serían la fiebre reumática y la glomerulonefritis, aunque "ambas son raras", matiza la pediatra.
La glomerulonefritis es una inflamación del riñón que da lugar a la pérdida de proteínas por la orina (que se vuelve oscura), hipertensión y edemas. La fiebre reumática se presenta semanas o meses después de la enfermedad. Se debe a que a veces, tras una infección por el estreptococo A, se liberan componentes del germen parecidos a los tejidos humanos y se inicia un proceso autoinmune.
Repetición: Hay al menos tres tipos de toxina productora de escarlatina, de manera que una misma persona puede sufrir varios episodios de escarlatina si se implican toxinas diferentes.