Un vino único para EE.UU.

Un quirogués que lleva 42 años en Estados Unidos ha sido capaz de colocar en este país, gracias al apoyo del enólogo Paul Hobbs, 25.000 botellas al año de mencía a 80 euros la unidad. Es un vino que solo se  vende en este país y que esperan que salte a Japón.
Antonio López, con una botella de su vino en el banco, junto a la casa familiar, en el que se sentaba con su abuelo para charlar. C.J.G.
photo_camera Antonio López, con una botella de su vino en el banco, junto a la casa familiar, en el que se sentaba con su abuelo para charlar. C.J.G.

Antonio López cumplió su sueño. Puso Alvaredos, una pequeña aldea de Quiroga con solo tres casas habitadas durante el año, en el mapa del mundo del vino y continuó el legado de su abuelo Fructuoso Fernández.

Cuenta que la bodega Alvaredos-Hobbs es el proyecto de su vida, un largo camino iniciado a finales de los años 90 del siglo pasado cuando comenzó a recuperar las viñas que habían sido de su familia. Unas estaban abandonas y otras habían sido vendidas.

Pero la historia de este viticultor de origen quirogués tiene más mérito teniendo en cuenta que vive en Nueva Jersey, en Estados Unidos, donde regenta un negocio desde hace 42 años. Precisamente, allí conoció a su socio, el prestigioso enólogo Paul Hobbs.

Cuando tenía la bodega casi lista, Antonio entregó un libro explicando su proyecto a diferentes bodegas en una prestigiosa cata en Nueva York. "Si consigo que no lo tiren y le echen un vistazo...", pensó por aquel entonces.

Y la cosa no pudo salir mejor. Hobbs, con bodegas en EE UU, Argentina y Francia y un nombre de referencia en el sector, se fijó en la iniciativa de Antonio y visitó Alvaredos. "Le impresionaron nuestros suelos. Cogía la tierra con las manos y la olía. En el viaje en coche al aeropuerto de Madrid fuimos dando forma a la idea y al llegar nos dimos un abrazo y él me dijo, "esto lo vamos a hacer", recuerda Antonio.

El bodeguero americano de Alvaredos acaba de iniciar un proyecto para recuperar la aldea natal de sus antepasados

Desde esa visita, en 2015, aún tuvieron que pasar tres años hasta la primera cosecha. Recogen la uva en 15 parcelas del entorno de Alvaredos, en un total de siete hectáreas. De ahí sale el 75% de lo que precisan para sus caldos y el resto lo compran en la zona mientras "no dan todo su potencial otras viñas que hemos ido plantando", dice.

La producción de esta bodega es pequeña. "En EE UU medimos la producción por cajas. Ahora estamos haciendo unas 25.000 botellas de 0,75 centilitros", indica Antonio.

Esto hace que el precio también sea elevado. En tiendas especializadas de Estados Unidos, donde venden más del 65 por ciento de las cajas, el mencía de Alvaredos-Hobbs tiene un precio de 80 dólares la botella, frente a los 50 del godello.

"La gente que conoce a Paul Hobbs paga hasta 400 dólares por una botella, así que nuestros vinos hasta les resultan económicos", señala.

Los vinos que elabora Antonio están triunfando en el mercado estadounidense. En su primer año recibieron 93 puntos Parker en el godello y 92 en el mencía y, además de en las tiendas de vinos, son un éxito en restaurantes gallegos de Nueva Jersey y Manhattan.

Incluso el exjugador de baloncesto Michael Jordan probó estos caldos en una de las bodegas de Hobbs, en las que ofrece experiencias que hasta incluyen viajes en helicóptero sobre viñedos. "Después catan algún vino y Paul le ofreció unas botellas de Alvaredos, que le encantaron tanto a Michael como a sus acompañantes", cuenta entusiasmado.

Antonio proyecta la construcción de un gran mirador panorámico con vistas al río Sil, a Montefurado y a los viñedos

NUEVOS MERCADOS. Además, estos caldos producidos en Quiroga viajan también a Hong Kong y a Japón. Están negociando para introducirlos en México y les han pedido muestras dos importadores de vinos de alta gama de Holanda y Singapur.

Lo siguiente será abrirse paso en España, pero el problema es el alto precio. "Empezamos en Estados Unidos, pues allí teníamos la distribución garantizada", dice el viticultor.

La bodega Alvaredos-Hobbs sigue trabajando con la idea de plantar más variedades gallegas. Ya han comenzado con unas filas de sousón para mezclar un pequeño porcentaje en alguno de sus vinos.

En la bodega, que está formada por tres edificios que conservan su arquitectura por fuera, pero que están unidos en su interior, Antonio proyecta la construcción de un gran mirador panorámico con vistas al río Sil, a Montefurado y, por supuesto, a los viñedos de la zona. Antonio López está ilusionado con su plan.

Un futuro para la aldea de Alvaredos
Antonio López sabe que esta bodega le da futuro a Alvaredos. "Siempre tuve miedo de que desapareciese, como muchos otros pueblos". Por ello se vuelca en el proyecto, traspasando la empresa en Estados Unidos a un familiar para poder dedicar más tiempo al vino en el valle de Quiroga, donde quiere recuperar la raíces que perdió con 12 años, cuando se mudó a EE UU. Su vínculo con Quiroga se fortalecía cada año "porque mi tía nos acogía un mes todos los veranos para que no perdiésemos las raíces", destacó. 

Legado
Antonio desea seguir con el legado iniciado por su abuelo Fructuoso en la aldea de Alvaredos. Todo apunta a un gran futuro para la bodega.

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