A QUÉ SABE MI VINO

Un viñedo exigente del que la uva sale en barca por el Sil

Viña Frieira da nombre a una bodega familiar y con años de antigüedad que elabora desde Vilachá de Doade un tinto joven y un barrica. Son vinos que dan trabajo, pero merece la pena.

Fernández, a las puertas de la bodega, con las botellas en un barcal para sacar vino de unos 70 años de antigüedad. CARLOS JULIO GONZÁLEZ
photo_camera Fernández, a las puertas de la bodega, con las botellas en un barcal para sacar vino de unos 70 años de antigüedad. CARLOS JULIO GONZÁLEZ

Desde hace al menos cinco generaciones, una familia se encarga de trabajar la Viña Frieira, una de las pocas parcelas de la Ribeira Sacra donde todavía hace falta una barca para llevar la uva a la bodega. Viña Frieira es, además, el nombre de la bodega con sede en Vilachá de Doade propietaria de esta finca de unos 3.000 metros cuadrados.

Carlos Fernández, al frente de la empresa desde 2016, explica lo dificultoso que resulta trabajar este viñedo, al que es complicado hasta acceder. “Está en Amandi, preto xa de Doade e pegado ao río. Non hai forma de chegar nun vehículo, hai que ir andando. Baixar leva uns dez minutos; subir, logo dunha xornada de traballo, algo máis”, reconoce entre risas.

Las condiciones de Viña Frieira la hacen especial. Su cercanía al Sil y su orientación son clave, pues en verano tiene hasta 12 horas de sol, “o que lle aporta unha maduración moi boa e dá lugar a viños moi potentes”.

La finca está en Amandi, a orillas del río, y el acceso es difícil

Allí, el sulfato se da con mochila y Carlos señala que trata de aprovechar al máximo cada jornada de trabajo allí. “Na época de sulfatar baixo sobre as 6.30 horas e estou ata as 12.30 ou as 13.00, cando as temperaturas xa son brutais”, indica.

Después, en la campaña de la vendimia, la uva sale a través de las aguas, en una pequeña embarcación propiedad de Carlos Fernández, que es también piloto de catamarán. “O normal é facer entre seis e sete viaxes para sacar a uva, pero todo depende de como sexa a colleita. Por exemplo, este ano parece que será bastante boa se todo segue como ata o de agora”, dice. Cada recorrido en barca es de unos siete u ocho kilómetros hasta llegar al punto donde pasan la uva al remolque para luego transportarla hasta la bodega.

Carlos trabaja en la viña desde bien temprano y bajo un calor incesante

Una vez allí elaboran unas 9.000 botellas de dos referencias, ambas con el nombre de Viña Frieira y una imagen en la etiqueta de la Casa de Pacios, la vivienda familiar. La mayor parte son de un tinto joven de color rojo cereza muy vivo, con mucho cuerpo y retrogusto, que en boca destaca por  las notas a frutas rojas.

En una botella Borgoña presentan su otra propuesta, un barrica envejecido durante 12 meses y de producción limitada a solo 700 litros. Lo elaboran en una barrica usada de más de 200 litros y otra nueva, de 500. Hacen este vino tras una cuidadosa selección de uvas, siendo la mayoría las vendimiadas en la Viña Frieira, “por ser as máis potentes”.

Fernández destaca que el resultado de este barrica no pudo ser mejor. “Estou moi orgulloso, porque está gustando moito. Nótase o sabor a madeira, pero predomina a frescura e os froitos vermellos, está moi ben conxugado”.

Pero, ¿merece la pena tanto esfuerzo y trabajo? Carlos Fernández lo tiene claro y se muestra más convencido cada vez que abre una botella de este vino, que le sigue sorprendiendo día a día. Cuenta además que “máis que polo económico, aquí trabállase moito por amor, porque isto é algo que vivimos toda a vida”.

Su labor acaba de ser reconocida en la Cata Patrimonio del Centro do Viño, donde premiaron tanto el joven como el barrica. También resultaron galardonados en otros certámenes, como el de viticultura extrema de Aosta.

La bodega

Junto a la Viña Frieira, disponen de otras seis parcelas, algunas de ellas casi verticales. En total, suponen sobre una hectárea y media. A Carlos le gustaría recibir visitas en la bodega, para lo que arreglará las instalaciones, que ya figuran en un testamento de 1899 de su tatarabuelo.

Fernández pretende habilitar una zona de catas y quiere elaborar un vermú, pero son muchas las trabas

Sus planes pasan también por elaborar un vermú, comenzando con una prueba de unos 1.000 litros, pero por el momento las diferentes “trabas” que se le presentaron lo impidieron.

Viña Frieira vende, sobre todo, a particulares. “Son clientes fixos que xa lle mercaban a meu pai, que levaba antes a adega”, explica Carlos. Quien prueba uno de estos caldos degusta “un viño con corpo, potente e auténtico, no que intervimos o menos posible, e que ademais reflicten o enorme traballo que dan”.

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