De Vilachá a Pombeiro, un camino para hallar los orígenes monásticos de la Ribeira Sacra

En A Pobra do Brollón se investigan los restos de un antiguo cenobio en Os Conventos, mientras que otro yacimiento arqueológico en Pantón, con tumbas antropomorfas, apenas ha sido estudiado

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photo_camera Sepulturas de Pombeiro, una llena de agua y otra casi tapada con restos de maleza. SEGREDOS DE PANTÓN

La candidatura de la Ribeira Sacra a ser reconocida por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad ha propiciado algo más que un incesante incremento de turistas deseosos de conocer todo lo que atesora el territorio. La designación ha movido a especialistas en arqueología y a asociaciones culturales y a otras interesadas en la investigación del patrimonio artístico a indagar sobre el pasado e intentar definir cuándo, cómo y dónde tuvo lugar el origen de la gran cantidad de templos que salpican este espacio, desde A Pobra do Brollón pasando por Pantón hasta llegar a Chantada, siempre a orillas de los ríos Sil y Miño, en zonas abruptas, de difícil acceso.

En el lugar de O Convento, en Vilachá de Salvadur (A Pobra do Brollón) se lleva a cabo un proyecto en el que colabora el Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit-CSIC) y que lleva por título Adegas da Memoria. El objetivo es rastrear los verdaderos orígenes de las bodegas centenarias o incluso milenarias de dicha localidad y, por extensión, de la propia Ribeira Sacra.

En la iniciativa trabaja un equipo de expertos del mundo de la arqueología y la edafología, coordinados por Xurxo Ayán (investigador de la Universidad Nueva de Lisboa), que intenta datar un monasterio desaparecido que podría estar ubicado en la zona de Val dos Frades, en un entorno denominado Os Conventos.

Los profesionales excavaron y localizaron en ese punto varios muros del que pudo ser el primigenio monasterio de San Martiño de Piñeira. Se trata de construcciones de bastante altura, de distintas épocas, muy diferentes a los bancales propios de los viñedos. Además, se localizaron muestras de cerámica de los siglos XII o XIII así como una moneda del reinado de Alfonso X. Todo ello da cuenta de una ocupación en la época medieval.

No muy lejos de este punto siguiendo el curso del Sil se encuentra un enclave casi desconocido que el colectivo Segredos de Pantón quiere poner en valor. Se trata de O Preguntoiro, que algunos consideran uno de los primeros enclaves cristianos que hubo en la Ribeira Sacra, en la parroquia de San Vicente de Pombeiro.

Dicen que estaba formado por un pequeño grupo de monjes, que se asentó en este lugar en los primeros momentos de la Edad Media, en torno a los siglos VII y VIII, para llevar una vida eremítica en contacto con la naturaleza y con Dios.

La pequeña ermita que levantaron era conocida por los vecinos como San Juan Degolado. De esta iglesia prerrománica apenas quedan algunos restos de piedras y sillares diseminados por su antiguo emplazamiento, pero sí existen restos de dos sarcófagos antropomorfos excavados en la roca y del inicio de otro, que se estaba empezando a labrar. Uno de ellos todavía conserva la tapa y el otro carece de ella, pues posiblemente fue utilizada por las gentes del lugar para, conjuntamente con los restos de la ermita, la construcción de muros y cierres de fincas.

UN MILENARIO LAGAR. A escasos metros de las tumbas, a las que se accede tras una corta caminata desde San Vicente de Pombeiro, se puede apreciar la existencia de un recipiente o pía excavada en la misma roca. Tiene una especie de rebaje o canalón, posiblemente para facilitar el desalojo de líquidos. Su estanque principal tiene menos de un metro cuadrado, es muy rudimentario y estaría destinado al pisado de la uva a pie.

Tiene grabada en la base una cruz, por lo que el sumiller Luis Paadín y su hijo Alejandro, en una publicación del 2017 bajo el título Las piedras que hacían vino, en el que hacen un estudio pormenorizado de cada lagar que encontraron a lo largo y ancho de Galicia, dicen que es casi seguro que se usase para elaborar el vino que se utilizaba en el templo de Pombeiro.

El historiador Nicanor Rielo mencionó hace años este enclave arqueológico y dio cuenta de unas inscripciones latinas localizadas en una roca del lugar, a unos cinco metros de los sarcófago, que reza, Ora frater asterig alfape, que puede aludir a un monje llamado Asterigo.

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