Laura de Miguel: "La Unesco nos exige mucho más que antes para ser bien mundial"

Licenciada en Historia del arte por la Universidad Autónoma de Madrid, pertenece al cuerpo de ayudantes de museos del estado del Ministerio de Cultura. En el foro territorios patrimonio de Monforte abordó la habitabilidad de la comarca y la convivencia para preservar los bienes.
photo_camera Laura de Miguel, durante su ponencia en Monforte. EREA RIVERO

Hablar de Laura de Miguel es hacerlo de una persona que conoce como la palma de su mano los entresijos de la declaración de un territorio como Patrimonio de la Humanidad. Se guía por su experiencia para ser cauta con la Ribeira Sacra, aunque admite que el proceso será complejo y que el nivel exigido por la propia Unesco es cada vez más elevado. El gran reto, según apunta, es que la protección del patrimonio y el desarrollo social y económico vayan de la mano

¿En qué punto se encuentra la Ribeira Sacra en cuanto a habitabilidad del territorio?
No la conozco en profundidad, así que no sé cuál es la realidad de cerca. Aun así, se perciben los problemas de despoblación que tienen otros territorios. Es necesario encontrar en el patrimonio un motor de desarrollo. No debemos pensar solo en el turismo. Es lo más fácil y lo primero que se nos viene a la cabeza, pero es también frágil y con la pandemia hemos visto la dificultad y los problemas que traen consigo el apostar todo a una carta. Hay que pensar en más soluciones para ofrecer a la gente joven oportunidades y recursos para quedarse. En el caso de la Ribeira Sacra, el vino y su cultivo puede ser una de ellas.

¿Qué papel tienen entonces las personas en procesos como el de la Ribeira Sacra?
El patrimonio no se entiende sin las personas y más en el caso de la Ribeira Sacra, que es un paisaje cultural. Si no hubiese gente hablaríamos de un paisaje natural. Si es paisaje cultural es porque el ser humano ha estado presente durante siglos, dejando su huella y manteniéndose como población. Tan importantes son las personas como el patrimonio en sí.

¿Y suele tenerse en cuenta este papel tan importante de las personas a la hora de elaborar candidaturas?
Cuando se presenta una candidatura, la Unesco siempre tiene en cuenta la participación ciudadana y un plan de gestión. Y cada vez se requiere más. El patrimonio se entiende como algo inmaterial y hoy se ve muy importante para las poblaciones locales.

¿Qué beneficios supone ser Patrimonio de la Humanidad?
Lo primero es que para tener este u otro tipo de nivel de protección se debe estar ya protegido a nivel autonómico y estatal, con el fin de conservar el paisaje de la mejor manera posible. Con un desarrollo sin control, el paisaje se puede perder. Es cierto que un nivel de protección como este restringe, pero se hace por el bien del patrimonio. De lo contrario podrían hacerse nuevas infraestructuras o cambios de cultivo que desembocarían en un patrimonio distinto. Al mismo tiempo, la Ribeira Sacra no puede ser un museo. Debemos ser flexibles para proteger y que al mismo tiempo la gente pueda vivir en el territorio. El gran reto es combinar la conservación del patrimonio con el desarrollo económico y social.

¿En qué falló la candidatura de la Ribeira Sacra para tener que dar marcha atrás el pasado verano?
Más que fallar hay que tener en cuenta que ahora mismo es muy complejo entrar en la lista de bienes mundiales, que es competitiva. Cada vez hay más países que desean entrar y la Unesco quiere reducir el número de bienes, pues hay muchos inscritos y países que están muy representados. Entre ellos, el nuestro. España tiene un patrimonio muy rico y variado.

Cada vez hay más países que desean entrar y la Unesco quiere reducir el número de bienes, pues hay muchos inscritos y países que están muy representados"

Me resulta un tanto paradójico que ese rico patrimonio que hay en España, que tantas veces hemos valorado todos, pueda jugar en contra de la carrera de la Ribeira Sacra hacia la declaración de bien mundial.
Somos el cuarto país del mundo. En la lista de la Unesco hay más de 1.100 bienes y casi la mitad se encuentran en Europa. Eso supone que nos exigen mucho más que antes y que el nivel es cada vez más alto.

Deduzco entonces que la Ribeira Sacra va a tener que sudar mucho más de lo que lo hicieron en su día Santiago de Compostela o la muralla de Lugo para ser Patrimonio de la Humanidad.
Claro, es una cuestión de tiempos. Nos van reduciendo todas las posibilidades. Antes podías presentar las candidaturas que quisieras. Para que te hagas una idea, el primer año, en 1984, presentamos cinco candidaturas y sus expedientes eran de, a lo mejor, diez folios. Ahora son mucho más complejos. Algunos son verdaderas tesis doctorales. Y, aun así, no siempre se consigue el objetivo.

La Ribeira Sacra no puede ser un museo. Debemos ser flexibles para proteger y que la gente pueda vivir en el territorio"

En la Ribeira Sacra hay quien desconfía. Dicen que si somos Patrimonio de la Humanidad estaremos muy limitados a la hora de acometer actuaciones.
Ese pensamiento es muy habitual, porque al final hablamos de lugares donde la gente se juega su subsistencia, pero hay que pensar que la declaración no tiene aspectos negativos en ese sentido. La Unión Europea indica, por ejemplo, qué se puede plantar y qué no, pero la Unesco no entra tan en detalle, salvo que un cultivo nuevo conlleve un cambio notable. Tampoco se ponen muchos más impedimentos para construir, digamos, un badén o una carretera de los que ya presenta una administración a nivel autonómico. A la gente hay que insistirle mucho en eso, en que muchas cosas ya están prohibidas sin ser Patrimonio de la Humanidad.

¿Es usted optimista o pesimista con la Ribeira Sacra?
Mi experiencia en el ministerio me ha enseñado a ser prudente. Tenemos casos de todo tipo. Pensábamos que algunos procesos estaban bien y finalmente no salieron. Otros, por el contrario, parecía que iban por mal camino y alcanzaron el objetivo. No es que no me quiera mojar, de verdad, pero este procedimiento es muy largo y complejo.

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