Los rostros de un verano sin vacaciones

La Ribeira Sacra vive una explosión de gente en estos meses y en sectores como la hostelería, el ocio o el turismo el verano no es sinónimo de vacaciones. La faena se multiplica y toca arrimar el hombro cuando el resto descansa.

Marian García Pérez tiene 24 años y estos meses trabaja como socorrista. La primera campaña la hizo en la piscina municipal de Ferreira de Pantón y tanto el verano pasado como éste forma parte del equipo del Club Fluvial de Monforte. "Estudio Ciencias de la Actividad Física (más conocido como Inef) en A Coruña y trabajo tanto en invierno como en verano. En invierno soy entrenadora personal en un centro de A Coruña, pero en verano prefiero el socorrismo. Esta profesión me permite tener ingresos pero también estar en Monforte, en mi casa y con mi familia", explica la joven.

Reconoce que entre los estudios y el trabajo no le queda mucho tiempo para el ocio, pero asegura que siempre ha combinado las dos cosas y le ha ido bien. "En mi círculo que amigos es muy habitual estudiar y trabajar. Es común encontrar trabajos temporales tanto de socorrista como de monitor. Tengo amigos trabajando en campamentos o como monitores de disciplinas muy concretas como el kayak", añade. "En el Fluvial asumo tanto labores de vigilancia en la piscina como de monitora en los cursillos de natación", explica.

Precisamente la enseñanza y la docencia son las áreas que más le motivan relacionadas con sus estudios y en el futuro le gustaría crecer en ese ámbito. "El socorrismo es complejo por la responsabilidad que conlleva. A la gente le parece que estamos toda la tarde sentados en una silla, pero si pasa algo la responsabilidad es del de la silla", concluye.

EN EL VINO. Sonia López es la responsable de Enoturismo y Administración de la bodega Regina Viarum, una de las que ofrecen visitas guiadas y experiencias en la Denominación de Origen Ribeira Sacra.

Explica Sonia que, aunque cada vez hay más visitantes en invierno — "este ano despois da pandemia tivemos sábados en xaneiro de 100 persoas, cousa que nunca se dera", apunta—, el verano es "a tempada alta por excelencia".

En el caso de Regina Viarum, estos meses duplican el número de personal para guiar visitas (de dos a cuatro) e incorporan otras dos personas de apoyo para las catas. Hay visitas de lunes a domingo en distintos horarios e incluso se hace una íntegra en inglés.
La media diaria de turistas que se acercan a las instalaciones está entre las 150 y 200 personas y el persona organiza un sistema de turnos para que queden todas las horas bien cubiertas. "Temos unha plataforma de reservas, pero tamén chega moita xente sin cita e se queda oco tamén entra", añade Sonia López. "Traballase moi de cara o público, cando no inverno o persoal que queda atende ao público pero tamén fai moito traballo interno. Agora estamos só para a xente. E nestas datas non podemos coller vacacións", comenta.

Esta profesional también cuenta que las rutinas de los turistas han cambiado. "Antes facían unha visita pequena para catar un par de viños e despois paraban na tenda a comprar. Agora mercan menos en tenda pero apostan por experiencias máis longas, polas catas completas nas que entran cinco viños. O que lles gusta é estar aquí, en contacto coa paisaxe e coa adega", concluye Sonia López.

HOSTELERÍA. Marta Rajo regenta una pequeña cafetería entre las calles Huertas y Cardenal de Monforte. Está situada en las Galerías Fontecha, donde siempre hay cierta brisa por su orientación por mucho calor que haga. Sus clientes son fijos. "Vivimos de los clientes de todo el año, de los que vienen a desayunar y de otros que se toman su vino, por ejemplo, con una tapa de empanada de iscos, que es la reina de nuestra carta".

Llega el verano y Marta Rajo nota como aumenta su clientela a diario. "Antes en julio, no había tanta gente de fuera. Ahora, supongo que por toda la promoción realizada de la Ribeira Sacra, el número de turistas se ha multiplicado por diez".

Señala que ello es bueno para el sector hostelero, aunque reconoce que hay momentos puntuales del día en los que se encuentran desbordados. "Hacemos kilómetros y kilómetros diarios entre la barra y la terraza para atender a todos los clientes". Dice que, en su caso, como cree que le ocurre a otros, su relación con la hostelería "va del amor al odio", aunque  destaca la importancia del turismo "para hacer colchón para afrontar el duro invierno monfortino".