Rosalía es, por fin, sedentaria

El busto de la escritora forma parte del paisaje del paseo fluvial de Chantada desde junio del año pasado, tras aparecer en el mismo lugar de donde había sido robado doce años atrás
photo_camera El misterioso busto de Rosalía de Castro en Chantada.

Costó trabajo, pero el busto de piedra de Rosalía de Castro se ha asentado por fin como un elemento más del paseo fluvial de Chantada. El equipo de parques y jardines del Ayuntamiento ha logrado fijarlo al pedestal sobre el que descansa después de que el año pasado apareciese exactamente en el mismo lugar del que alguien se lo había llevado hacía más de una década. La inmensa mayoría de los vecinos desconocían su existencia.

El monumento a la escritora y poetisa gallega se encuentra en la llamada Praciña de Rosalía, una pequeña glorieta a la que se accede subiendo por unas escaleras de madera desde el paseo, en dirección al campo de fútbol de O Sangoñedo. Fue elaborada por los alumnos de los talleres de empleo de cantería, albañilería y jardinería desarrollados en el curso 2006-2007 con el objetivo de poner en valor el busto, encontrado en una nave del mercado ganadero.

Los responsables de parques y jardines llevaron a cabo una pequeña perforación en el busto y otra en el pedestal, unieron ambos con un hierro y luego las fijaron con resina de dos componentes. El resultado es una pieza que descansa firme entre dos bancos en un entorno natural al que la gente suele acudir en busca de intimidad. No es una ubicación que quede de paso.

Al poco de inaugurarse la Praciña de Rosalía, en 2007, la pieza desapareció hasta que alguien la devolvió a su sitio doce años más tarde

Quién se llevó el busto en su día y cómo volvió al paseo doce años más tarde es todavía un misterio sin resolver. Los trabajadores municipales habían dado la pieza por perdida después de buscarla sin éxito por los alrededores. Todas las personas que vivieron esta particular historia coinciden al señalar a un acto vandálico como causa de la desaparición del busto.

OBRA ANTIGUA. La escultura apareció en 2006, pero sus orígenes son anteriores. Todo apunta a que se elaboró a comienzos de los años 90 del siglo pasado, o incluso antes, en una escuela de oficios donde trabajaban un cantero de Chantada y otro de Sarria.

El rostro en piedra de Rosalía de Castro se quedó en la citada nave del mercado ganadero sin que nadie supiese de él. Un buen día, los coordinadores del taller de empleo abrieron la puerta y encontraron una pieza de tal calidad que decidieron poner con ella la guinda a un proyecto en el que se incluyó la rehabilitación del molino de la alameda y la realización de los muros de contención del campo de fútbol.

Los alumnos del curso de cantería se encargaron de hacer los bancos de piedra que rodean el busto y los estudiantes de jardinería acondicionaron el entorno. La Praciña de Rosalía estaba lista y preparada para dar servicio a los vecinos de Chantada.

Sin embargo, a los pocos días de la inauguración, el busto desapareció sin dejar rastro alguno. Las búsquedas realizadas tanto por el río Asma, que pasa cerca, como por el resto del paseo fluvial resultaron infructuosas y tampoco se dio con ninguna pista acerca de quién se pudo llevar la pieza. Mucho menos el porqué.

El caso es que tras doce años, los que separan 2007 y 2019, Rosalía regresó a su sitio para sorpresa de los encargados municipales, que calificaron el hecho de surrealista. "Agora a ver canto dura", llegaron a decir algunas de las personas consultadas por este periódico hace unos meses.

Las dudas, de momento, se han disipado. Rosalía de Castro, fija a una peana de piedra, parece haber echado por fin raíces en el paseo fluvial de Chantada

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