El Obispado de Lugo ultima los preparativos para que una empresa contratada por el Ministerio de Cultura inicie dentro de un mes una amplia y profunda restauración del interior de la iglesia de San Vicente do Pino de Monforte, que linda con el Parador de Turismo.
El responsable de patrimonio de la diócesis lucense, el monfortino Cérsar Carnero, señaló que la empresa contratada para llevar adelante los trabajos ya ha contactado con el párroco del templo para fijar fechas. Se estima que en un principio la iglesia podrá permanecer abierta al culto, pero en cuanto avancen las obras será preciso clausurarla.
Y es que la intervención es de importante envergadura, como lo demuestra la inversión prevista, que sobrepasa los 800.000 euros, y los plazo marcados que son de casi un año.
LAS ACTUACIONES. El proyecto del Ministerio de Cultura propone una intervención integral en el interior de la iglesia, restaurando las pinturas murales del presbiterio, nave central y muro norte del crucero, el retablo mayor y el retablo en piedra que hay también en el crucero.
El retablo mayor, de estilo barroco, está realizado entre 1770 y 1780 y es atribuido a un monje del monasterio. Se dedica a la figura de San Vicente y alberga una gran pintura que representa el Martirio de San Vicente, obra de Bernardo de la Peña en 1671.
Este conjunto muestra numerosos daños vinculados al paso del tiempo, las filtraciones de agua y al uso religioso que se ha ido haciendo del mismo en los últimos siglos.
Por su parte, el retablo en piedra está localizado en el brazo norte del crucero y alberga varias capillas en su cuerpo inferior.
En cuanto a las pinturas murales, se recuperarán las que decoran el presbiterio y que fueron realizadas en la década de 1920 por el monje pintor burgalés Lesmes López Pérez. También se restaurarán las renacentistas del siglo XVII, que fueron descubiertas bajo varias capas de cal en el ala norte del crucero durante unas primeras obras de restauración de la iglesia llevadas a cabo entre 2010 y 2011.
Esta es una acción largamente reclamada por los vecinos, que se remonta a finales de la década de los 90, cuando se comenzó a alertar de la necesidad de intervenir si se quería que el interior del templo no sufriese un colapso.
