El monfortino José González López es uno de los dos gallegos que figuran en la primera promoción de 45 ópticos españoles salidos de la Escuela de Ópticos Diplomados de Anteojería del Instituto Daza de Valdés de Madrid, en el curso 1955-56. Con anterioridad había realizado un curso de capacitación profesional para ópticos, impartido por miembros de la cátedra de Oftalmología de la Facultad de Medicina de Barcelona.
En 1953 abrió al público, en el bajo del número 24 de la céntrica Rúa Cardenal de Monforte, la emblemática droguería, perfumería y óptica Cardenal, en la que comercializaba una larga lista de productos del ramo, al mismo tiempo que ofrecía material fotográfico, así como revelado y positivado de fotos. La graduación de la vista de manera profesional era otra de las bazas de la nómina de sus servicios al público.
Fina Díaz, la dependienta que inició con José González la andadura de este establecimiento, nonagenaria en la actualidad, recuerda que el primer cliente que tuvieron fue Julio Aíra, antiguo dueño de Calzados Aíra, que compró una palangana. Fina, que tuvo como maestro al fotógrafo profesional Vila, fue, en los primeros años de la droguería, responsable de las tareas de revelado y positivado de fotos, además de dependienta.
Allá por 1995, en una conversación mantenida con González López, todavía en activo, recordaba que la técnica y la industria comercial del mundo de la óptica por aquellos años no tenía "nada que ver ya con los modelos de mediados de siglo". Hoy, los avances logrados en esta disciplina a buen seguro que asombrarían al desaparecido óptico monfortino.
Unas gafas completas en el año 1956 costaban en torno a 200 pesetas, precio que en la década de los 90 era de 5.000
En cuanto a precios, rememoraba que unas gafas completas, es decir montura y cristales graduados, en 1956 costaban en torno a 200 pesetas. Ese precio, en la década de los 90 había pasado a oscilar entre 5.000 y 25.000 pesetas. Las multifocales alcanzaban las 100.000 pesetas. Actualmente el coste medio de unas gafas puede estar entre 100 y 600 euros.
Don José, como todos le llamaba, resaltaba que a mediados de los 90 el mundo de la óptica contaba con miles de cristales graduados para atender las necesidades de las personas con problemas de visión, "algo impensable a mediados de siglo". Comentaba que al comenzar su trabajo en el terreno de las lentes graduadas la tarea era más técnica que en el decenio de los 90, "en la que casi toda la labor de los profesionales del sector está completamente automatizada", subrayaba.
Este titulado pionero de la capital de Lemos reconocía en aquella conversación que el progreso social y económico registrado a partir de mediados del siglo pasado llevó consigo que la demanda de lentes para corregir los problemas de visión fuese en aumento, generalizándose su uso entre las personas que los necesitaban.
González López relataba que, en el último lustro del pasado siglo, las gafas, además de su función correctora de la visión deficiente, eran también un elemento estético para los más coquetos. Señalaba que las grandes marcas del mundo de la moda se apoyaron en el diseño y nombres como Dior, Chanel, Gucci, Dunhill, Beneton o Lacoste, que entraron en el universo de las monturas para lentes con claros fines estéticos.
José González relató cuándo las grandes marcas de moda se percataron del negocio que había en la gafas
En esos años, según explicaba Don José, el uso de las gafas de sol, bien graduadas o simplemente protectoras de la dañina luz solar para los ojos, comenzó a generalizarse. Antes muy poca gente utilizaba ese tipo de gafas en Terras de Lemos.
