Tres obras que ya encontraron autor

La investigadora Manuela Sáez atribuye a Guglielmo della Porta y a Sebastiano Torrigiani varias piezas del museo de las Clarisas. Los trabajos habrían llegado a Monforte a través del séptimo conde Lemos y su esposa

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photo_camera Cruz relicariodel museo monfortino de arte sacro cuyo Crucificado, según Manuela Sáez, podría ser de Torriagiani. TOÑO PARGA

La doctora en Historia del Arte y experta en los condes de Lemos, Manuela Sáez, ha logrado identificar los artistas que elaboraron tres de las piezas que se encuentran en el museo de arte sacro de las Clarisas de Monforte y de las que, por el momento, no estaba clara su autoría. Según los estudios realizados por la investigadora, dos de las piezas podrían ser de Guglielmo della Porta y otra de Sebastiano Torrigiani.

Sáez argumenta que Pedro Fernández de Castro y su esposa Catalina de la Cerda y Sandoval fueron grandes coleccionistas de arte italiano y que muchas obras que formaban parte de su patrimonio están en la actualidad en el citado museo, en la pinacoteca del Colegio del Cardenal, también en Monforte, y en numerosas iglesias de la zona. Es el mencionado museo el que alberga las piezas menos conocidas pero no por ello menos importantes.

Guglielmo della Porta fue un artista italiano que asumió la restauración de estatuas antiguas y se labró una gran reputación en la elaboración de crucifijos y piezas religiosas.

Según Manuela Sáez, de Guglielmo della Porta se conserva en el museo monfortino un Crucificado. "La obra es de gran belleza, deja ver los detalles anatómicos de la figura. Se perciben cartílagos, costillas, venas, músculos y una herida sangrante en su costado", explica Sáez. Para la investigadora, el aspecto musculoso de la pieza guarda semejanzas con los cristos de Miguel Ángel, a quien Della Porta admiraba.

La experta añade que la obra es muy similar a otra del mismo autor que se encuentra en el museo Lázaro Galdiano de Madrid, si bien la de monfortina "es de mejor factura". Está en un marco rectangular rodeado de reliquias.

Pero para la investigadora hay otra pieza más en el museo que ella atribuye a Della Porta. Se trata de El Santo Entierro, realizado en pasta sobre una lámina de jaspe.

Los autores Manuel Chamoso Lamas y Manuel Casamar mencionan que la obra se trata de arte italiano de la segunda mitad del siglo XVI y Sáez no descarta que la pasta sea cera o arcilla mezclada con creta, un material muy utilizado por Guglielmo della Porta.

La pieza guardaría semejanzas con otra que se encuentra en el The Walters Art Museum. "Tienen la misma disposición y número de figuras realizadas con gran realismo dramático", explica Sáez. La del The Walters Art Museum está realizada con una capa fina de oro por el platero de oro veneciano Cesare Targone, copiando uno de los modelos de Guglielmo della Porta.

TORRIGIANI. Otra obra importante de las Clarisas el la Cruz relicario con diversas piezas en bronce dorado. El Crucificado que forma parte del conjunto sería obra de Sebastiano Torrigiani, que trabajó en el obrador de Guglielmo, donde fundió crucifijos.

El cristo de esa cruz sigue los modelos de Guglielmo aunque le añade algunas modificaciones, según apunta Manuela Sáez. "El nudo del pezonium de forma redondeada y muy ajustada, la tela que cuelga después de ser atado es más tosca y pesada, no tiene el movimiento de los ejemplares de Guglielmo. Estos detalles así como los brazos, antebrazos y madres los encontramos en otras cruces de Torrigiani, como en la San Giacomo Maggiore en Bolonia u otra que hay en la iglesia monfortina de A Régoa", añade la investigadora.

Para Manuela Sáez la cruz en la que está colocada el Crucificado no es la original y podría proceder de alguno de los regalos que Gran Duque Ferdinando de Lerma le hizo a Catalina de Zúñiga.

Dos artistas del mismo obrador
Guglielmo della Porta procedía de la región de la Lombardía italiana. Se formó en Milán, Génova y después se fue a Roma donde se conoció a Miguel Ángel.

Además, sus buenos contactos le ayudaron a entrar en el círculo papal y conseguir una distinguida y numerosa clientela.

Su gran obra fue la tumba de Paulo III pero, según indica Sáez, le supuso un gran esfuerzo y después de centró en los bocetos, los dibujos y el modelado de cera y arcilla.

Sebastiano Torrigiani trabajó como escultor y platero en el obrador de Della Porta y se hizo cargo del taller después de casarse con la madre del hijo de Gugliemo a la muerte de éste.

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