Una terrible enfermedad acabó con la sonrisa imperturbable de José Manuel Calviño Vázquez, conocido por todos en Chantada como Jose Peluqueros. Los cuerpos mueren, pero los recuerdos prevalecen y el suyo será el de un profesional que nunca dejó de atender a sus clientes poniendo la mejor de sus caras y con toda su dedicación, ni siquiera cuando la grave dolencia que padecía se complicó.
Se fue, pero en Chantada seguirá siendo para muchos, entre los que se encuentra quien escribe estas líneas, su peluquero. El que siempre sorprendía con alguna propuesta, quien siempre tenía algún tema de conversación o algo que aportar mientras sus tijeras, peines y maquinillas trabajaban con precisión.
Desde que era niño hasta los 27 años que tengo hoy en día encomendé a él los cuidados de mi pelo. Ni en cuatro años de estudios de Periodismo en Santiago ni durante mi estancia para estudiar un máster en Madrid quise confiar en otra persona.
No es fácil conseguir esa fidelidad y José lo logró, no solo conmigo, sino con toda una generación que sentíamos que daba igual la edad que tuvieras. El trato era siempre exquisito y la amabilidad jamás faltaba. Con el mismo optimismo y esa alegría que le caracterizaba, Jose luchó de forma incansable.
Jamás se rindió y dejó detrás suya un legado que ni la muerte podrá borrar,
como tampoco su enfermedad le arrebató ni un centímetro de su sonrisa, la que siempre te recibía cuando entrabas por la puerta de su peluquería.
Allá donde estés, recibe todo mi cariño. El de un cliente y vecino que hoy te agradece, quizá tarde, tantos y tantos años de generosidad y cortesía. Hasta siempre, José.
