"Non quería marchar, dixen que morría alí"

Juan Sánchez, Xan de Vilar, perdió su casa y su museo etnográfico en el incendio de O Courel
La casa de Xan, al fondo, arrasada tras el incendio. CARLOS CASTRO
photo_camera La casa de Xan, al fondo, arrasada tras el incendio. CARLOS CASTRO

Quienes conocen a Juan Sánchez (Vilar, 1942) dicen de él que es un hombre tranquilo, tratable y, sobre todo, muy hospitalario. Durante años fue el único habitante de la aldea de Vilar, que quedó arrasada casi por completo por el incendio de O Courel. El nombre de este núcleo y el suyo propio se han ido uniendo con el paso de los años y muchos le conocen, directamente, como Xan de Vilar.

El fuego le robó su casa y sus instrumentos -herrero de profesión, como su padre, le apasiona la música popular-, pero también su museo. Un centro etnográfico que albergaba cientos de piezas que explicaban el pasado de O Courel: carros, arados y demás material agrario, antiguas máquinas para hacer chorizos o trabajar el lino, menaje y mucho más.

Desde el momento en que trascendió que Xan de Vilar había perdido su casa, fueron muchas las muestras de cariño que recibió. Este martes, el Concello de O Courel anunció que iniciaban una recolección de piezas para levantar de nuevo el museo. La respuesta de los vecinos fue instantánea.

También pedían fotos relacionadas con Juan, cuya vivienda tenía las paredes repletas de imágenes. Recuerdos de una vida que siempre estuvo ligada a O Courel a excepción de unos meses en 1964 en los que prestó servicio militar en A Coruña. "E aínda así viña cada 15 días", puntualiza.

                      Arriba, a la izquierda, la casa de Xan Vilar (al fondo) arrasada tras el incendio; a la derecha, parte de la exposición que tenía el museo etnográfico;
Xan, antes del incendio

Aunque sabe que "recuperar todo é moi complicado", Xan de Vilar está agradecido por la iniciativa. Desde que fue desalojado de su casa no para de recibir el cariño de sus vecinos: "Eiquí vén xente todos os días e o teléfono non para de soar", cuenta a este diario desde Vidallón, donde vive ahora con unos familiares.

DESALOJO. A sus 80 años, recuerda fechas y datos con una facilidad sorprendente. "Controla de todo, el é o mellor museo que queda no Courel, un museo vivente", dicen sus familiares. Los mismos que le tuvieron que insistir para que se marchase cuando las llamas amenazaban Vilar y que se lo tuvieron que llevar cuando el incendio, de una virulencia insólita, alcanzó el núcleo que luego arrasaría.

"Non quería marchar, dixen que morrería alí", cuenta. Y se emociona al recordarlo, aunque está algo mejor tras unos días muy duros, en shock. Uno de los momentos más difíciles fue cuando regresó a Vilar, donde, sin embargo, se alegró al ver que el palco de la música -su palco de la música-, seguía en pie. Un hilo de esperanza entre tanta desolación y tristeza.

El palco también hace de altar en la fiesta del San Roque -que se celebra el 16 de agosto-, porque la capilla de Vilar está algo alejada del pueblo. Un templo que no ardió y que Xan siempre ha cuidado con esmero. "É moi antiga, púxenlle unha porta nova e realiceille varios arranxos para conservala o mellor posible", señala.

MUSEO. Xan de Vilar dice que la capilla era parada obligatoria para quien visitaba la aldea y, por supuesto, también lo era su museo etnográfico. "Vían toda a casa, teñen pasado milleiros de persoas, moitos realizando rutas dende varios lugares, pero ata baixaban autobuses cheos", recuerda.

El museo quedó sepultado bajo los escombros y solo pudo rescatar algún objeto en la fragua y piezas que se salvaron de las llamas al estar arrimadas a las paredes. Se emocionó al encontrar unas sartenes que había hecho su padre, que fue herrero, y también recuperó un botijo con la inscripción Casa Ferreiro, una antigua fotografía o un cartel de madera.

                      Arriba, a la izquierda, la casa de Xan Vilar (al fondo) arrasada tras el incendio; a la derecha, parte de la exposición que tenía el museo etnográfico;
Alguno de los objetos recuperados

MÚSICA. Junto a su pasión por recopilar las piezas que explican el pasado de la zona, tenía otras muchas. "Doulle a todo", dice Xan, del que destaca su faceta de músico. Fue homenajeado por el Filandón de Músicas do Courel, donde era el encargado de hacer sonar el cuerno. "No incendio perdín os cornos, catro gaitas, dous clarinetes, a trompeta, o tambor, o acordeón, os bombos!".

También echa especialmente en falta dos objetos: "Un escano", que es un banco de madera con una tabla que se levanta y con arcón, y un aparato con el que se medían los varones de O Courel antes de poner rumbo al servicio. "Usárono centos de veciños, é unha pena que se perdese"».

Vilar llegó a tener 76 habitantes en una decena de casas en 1954 "entre vellos, mozos e nenos", dice el polifacético Xan, pero en los últimos tiempos él era el único morador junto con un matrimonio retornado desde Barcelona.

"Agora é unha aldea pantasma, ardeu todo, non quedaron nin os castiñeiros", lamenta. Sin embargo, es total el empeño de sus familiares y del resto de vecinos de O Courel por recuperar el pueblo de Vilar y devolverle su esplendor.

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