El monfortino Juan Pérez Valcárcel apuesta por viviendas prefabricadas para la reconstrucción de Ucrania

Catedrático y profesor emérito de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de A Coruña, afirma que "la construcción tradicional es muy lenta"
Juan Pérez Valcárcel. EFE
photo_camera Juan Pérez Valcárcel. EFE

Reconstruir Ucrania tras la devastación provocada por la guerra requiere, una vez finalice el conflicto bélico, que Occidente ponga en marcha "una especie de Plan Marshall y se lo tome serio", con "todas" las soluciones necesarias para que sus ciudadanos vuelvan a sus ciudades, como por ejemplo las viviendas prefabricadas, plantea el investigador en refugios de emergencia Juan Pérez Valcárcel.

Valcárcel (Monforte de Lemos, Lugo, 1951), sostiene que este tipo de viviendas es la solución "más rápida y provisional" para acoger a los millones de habitantes que han abandonado sus casas a causa de la guerra mientras se reconstruyen las viviendas e infraestructuras definitivas. Se trata de viviendas mínimas para seis u ocho personas, que se pueden transportar fácilmente e instalar en una hora, en el caso de los módulos de chapa metálica plegada, o en un día los de madera.

"Una vez pasada la guerra es imprescindible una reconstrucción seria de Ucrania, por razones humanitarias y porque varios millones de ucranianos no pueden vivir de acogida para siempre, tendrán que volver a sus casas", sostiene en una entrevista con Efe Juan Pérez Valcárcel, catedrático y profesor emérito de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de A Coruña.

De su visita a Kiev en 1979, el profesor recuerda que en Ucrania el problema es que se construyeron muchos bloques de paneles de hormigón durante la época soviética, promovidos por el entonces líder de la URSS Nikita Krischev, que son los que se están viendo destruidos en su mayoría en los telediarios.

Por eso propone soluciones prefabricadas, miles de viviendas o infraestructuras como puentes, "si se quiere hacer una reconstrucción rápida para que la gente vuelva a vivir allí, sería provisional y hará falta mucho dinero, pero es una solución masiva porque hablamos de millones de desplazados".

"No podemos reconstruir Ucrania poniendo ladrillos, la construcción tradicional es muy lenta, y estas soluciones industrializadas de viviendas prefabricadas suponen alojamientos de aceptable nivel de calidad, que se pueden construir a toda velocidad fácilmente", indica.

Valcárcel, arquitecto especializado en edificación y licenciado en Ciencias Físicas, tiene una dilatada trayectoria profesional e investigadora y, en su opinión, en el caso de Ucrania hay que elegir soluciones rápidas y económicas y "hacer una campaña de reconstrucción realmente fuerte con mucho dinero". "No podemos tener a los refugiados ucranianos en tiendas de campaña", añade.

Al frente del equipo de investigadores del Grupo de Estructuras Arquitectónicas de esta universidad, Valcárcel presentó durante la pandemia una vivienda plegable destinada a ser utilizada en casos de emergencia que se instala en 15 minutos y cuyo coste se calcula, en el caso de una fabricación industrial, en 500 euros el metro cuadrado.

Una vez superada esta primera fase del alojamiento inmediato, y la segunda del alojamiento solidario, pues "parece que la situación está controlada de momento", llegará la tercera fase, que sería la que sigue al fin de la guerra, la de las viviendas transitorias para finalmente, mientras se reconstruyen las instalaciones de gas, electricidad y saneamiento, pasar a la última fase, el realojo en las nuevas viviendas construidas definitivas.

"Es desolador, y su reconstrucción dependerá de la cantidad de dinero que se quiera invertir, se podría tardar dos años o veinte", ha puntualizado el arquitecto, que dice que "hay que ser realistas, pues pasado el foco mediático la gente sigue con sus necesidades y los problemas no se resuelven".

Además, de Ucrania se ha marchado casi toda su juventud, "todo su futuro y, si no vuelven, qué futuro le queda a ese país", se pregunta el profesor. "Lo que sí parece claro -concluye- es que el pueblo ucraniano está dispuesto a dar el callo y, probablemente si ponen la misma buena voluntad en reconstruir que en pelear, podrán ir bastante rápido, aunque el dinero no se fabrica y al final, dependerá de lo que Occidente esté dispuesto a invertir". 

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