La magia que aporta el barro al vino

Rectoral de Gundivós elabora un exclusivo caldo que fermenta en ámboas de 200 litros y lleva un toque de madera
José Conde, Elías González y Manuel Verao con los vinos de Rectoral de Gundivós. EP
photo_camera José Conde, Elías González y Manuel Verao con los vinos de Rectoral de Gundivós. EP

Uno de los proyectos vitivinícolas más singulares de la Ribeira Sacra lo apadrina la bodega Rectoral de Gundivós en la subzona de Amandi de la denominación de origen. En realidad, hasta hace poco Rectoral de Gundivós (que toma el nombre de la parroquia soberesa) era un centro de alfarería en exclusiva, una apuesta del ‘oleiro’ Elías González por mantener vida una forma de artesanía propia de la zona en las que las piezas de barro se caracterizan por su color negro (que toman de un proceso de ahumado) y son elaboradas en torno bajo.

Pero volvamos al vino, en el año 2015 Elías González quiso ampliar las fronteras de Rectoral de Gundivós y se planteó la posibilidad de abrir una bodega. Para ello se buscó un aliado excepcional, Manuel Verao, un hombre de la tierra con una amplia experiencia en el sector. En el año 2019 se unieron a la iniciativa otros dos socios, José Antonio Dopacio y José Conde.

El sueño compartido de Elías y Manuel era el de hacer vino de Amandi de calidad y en el que de alguna manera tuviese como protagonista la alfarería de Gundivós y el barro. Recuperar, por ejemplo, aquellas ámboas en las que fermentaban los caldos antes de la irrupción masiva del acero, la madera y otros materiales.

Rectoral de Gundivós comenzó con tres referencias, un tinto joven que se denomina Adobe, un tinto envejecido en madera que lleva el nombre de Ámboa y el blanco Ímbrice. Los tres recuerdan en sus nombres al mundo de la alfarería y el barro y los tres "son froito dunha viticultura moi respectuosa co entorno, na que se controlan as cargas produtivas e a calidade da uva", señala Manuel.

Ámboa Lútum salió al mercado en 2019 con 450 botellas. La uva procede de las fincas Lobeiras y O Lombo y fermenta en ámboas de barro a baja temperatura

Pero el ojito derecho de la bodega es el Ámboa Lútum. "Está amparado pola denominación. A primeira colleita que saiu ao mercado foi a de 2019. A singularidade de Ámboa Lútum é que fermenta en ámboas de 200 litros, que era un dos nosos retos. Son pezas que creou o propio Elías. Ademais, pasa un chisco pola madeira", dice Verao. Salen unas 450 botellas al año que se pueden adquirir en la propia bodega y a través de una distribuidora de A Coruña.

Añade Manuel que el Lútum (barro en latín) "ten base mencía e a uva procede das nosas propias viñas, principalmente das fincas Lobeiras e O Lombo. Mesturamos uva de terreo máis granítico coma é o de Lobeiras, cou outra de solos máis pizarrosos da zona de Doade", detalla. "A fermentación no barro é moi exclusiva, é un proceso moi longo a baixa temperatura", comenta.

Rectoral de Gundivós tiene una quinta referencia, un rosado del que salió una cosecha de 350 botellas al mercado que ‘voló’. El rosado está de moda pero el de Gundivós tiene personalidad propia: "é de merenzao".

RETOS. Entre las cinco referencias, Rectoral de Gundivós saca entre 9.000 y 10.000 botellas de vino al año, la mayoría de viñedo propio o de viticultores con los que hay una relación muy estrecha.

Aclara Verao que el barro tiene su magia pero "tampouco fai milagres" y que en Rectoral de Gundivós también es vital el trabajo en la viña. Apuestan por variedades autóctonas. En tinto, además de la mencía, tienen brancellao, merenzao, negreda (mouratón) y garnacha tintorera. En blancos la base es godello, a la que se suman blanca legítima, albariño y algo de treixadura. Se vinifica cada variedad por separado y luego se hacen los coupages (mezclas). 

El reto de Rectoral de Gundivós es lograr un sustituto de las botellas de vidrio, en barro. Envasar en olería de Gundviós. "Sería unha tirada exclusiva. Elías leva moito tempo facendo probas para vitrificar o barro, é difícil, pero sería un soño cumprido", concluye Verao.

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