Los últimos esgrafiados

Esta técnica ornamental que pudo llegar a la Ribeira Sacra a través del Camino de Invierno está prácticamente perdida

Mar López junto a los esgrafiados de la casa rectoral de San Fiz de Cangas, en Pantón. TOÑO PARGA
photo_camera Mar López junto a los esgrafiados de la casa rectoral de San Fiz de Cangas, en Pantón. TOÑO PARGA

Reciben el nombre de esgrafiados, charujas e incluso, en algunas zonas como en el municipio de O Saviñao, se le denomina recebado palomero. Se trata de obras enmarcadas dentro de una técnica ornamental con influencias mozárabes que podría haber entrado en la Ribeira Sacra a través del Camino de Invierno de peregrinación a Santiago de Compostela.

Esas son algunas de las conclusiones a las que ha llegado la fotógrafa y antropóloga Mar López Sotelo después de más de dos años estudiando estas decoraciones hechas con una mezcla de yeso, áridos y mármoles que encontró en todo tipo de construcciones de la comarca y de las que llama la atención su color blanco y las formas que hacen.

Lo investigado hasta ahora por Sotelo, con la ayuda de otros profesionales y con el apoyo del Museo Liste de Vigo, forma parte de una exposición itinerante que arrancó en O Saviñao y que hasta mañana puede verse en el Centro do Viño de Monforte. Después estará en el castillo de Castro Caldelas.

Esta disciplina decorativa ya se usaba en el Neolítico aunque su gran expansión en España llegó de la mano de los artesanos mudéjares

La propia Mar López Sotelo explica que todavía queda mucho por detallar pero ella baraja la teoría de que eran los canteros los que usaban este tipo de ornamentos en las propiedades de cierta importancia y que después las personas con menos poder adquisitivo las copiaban con sus propios medios en sus viviendas, palomares, cruceros o todo tipo de inmuebles. "En consecuencia, por ese afán de copiarlos hay aldeas que están completamente esgrafiadas", matiza.

También por esa tendencia de imitación, entre los centenares de esgrafiados que encontró los hay de muchas calidades y complejidades. "Algunos están muy deteriorados por el paso del tiempo y el efecto de la lluvia o porque la mezcla usada para hacerlos era de peor calidad. A nivel decorativo hay obras más simples y otras verdaderamente complejas. En un inmueble de O Saviñao se conserva una escena de caza completa impresionante", insiste.

"La pena es -añade- que el 99% de ellos se encuentran en construcciones abandonadas y que podrían no tardar en desaparecer". Es más, esta investigadora está convencida de que la tendencia en el siglo pasado de picar las paredes de las construcciones para recuperar la piedra y ponerla a la vista acabó con muchas de estas decoraciones. "Tengo constancia de que en la Rectoral de Gundivós y en muchas casas particulares se eliminaron porque se desconocía que tuvieran valor alguno y se consideraba que eran un mero encintado de la piedra", explica.

LA EXPANSIÓN. Añade la antropóloga, que ahora prepara un trabajo con el apoyo del profesor Rafael Ruiz Alonso, que uno de los enigmas por resolver es el de la fecha o la época en la que se habría iniciado la tendencia de usar este tipo de decoración en la Ribeira Sacra.

En el Pazo de Sabadelle (Chantada), donde el patio interior está decorado con esgrafiados, hay documentos que acreditan que podrían haberse hecho entre el siglo XVII y XIX y eso coincide en fechas con el nacimiento en el siglo XVII en Cataluña del oficio de esgrafiador como tal. Pero Sotelo cree que incluso en el siglo XI o XII "ya podría emplearse esta técnica porque la encontramos incluso en algunas iglesias románicas como en San Paio de A Abeleda".

Además, esta disciplina decorativa ya se usaba en el Neolítico aunque su gran expansión en España llegó de la mano de los artesanos mudéjares asentados en la Península Ibérica y tuvo mucho éxito en Andalucía, Cataluña y Aragón. Se puede apreciar incluso en la propia Alhambra de Granada.

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