Lilita, la eterna pediatra de Chantada

Eloísa Rivadulla, que hoy da nombre a un colegio y un parque, fue una de las primeras mujeres en estudiar Medicina en Santiago
Eloísa Rivadulla (segunda por la derecha, de negro) desarrolló toda su carrera en Chantada. ARQUIVO ALFREDO PARDO
photo_camera Eloísa Rivadulla (segunda por la derecha, de negro) desarrolló toda su carrera en Chantada. ARQUIVO ALFREDO PARDO

Hay gente que aunque no haya nacido en un determinado lugar termina siendo parte importante de él, como si hubiese llegado al mundo en ese sitio. Claramente, ese es el caso de Eloísa Rivadulla, a la que todos en Chantada llamaban por su mote, Lilita. Nació en 1911 en Sada y murió en 1987 en la villa del río Asma, donde no la olvidan.

Por su consulta pasaron cientos de niños y niñas para ser atendidos y asistidos por esta pediatra a quienes sus allegados definen como independiente y muy entregada a su profesión. "Lilita era vocacional, muy buena profesional. Cuando nació mi hija lo primero que hice fue llevársela para que la viera. Vivía la medicina intensamente y era muy preocupada. Si tenía que llamar a casa de sus pacientes lo hacía", relata Jorge Fernández, conocido como Celita.

Él también fue médico en Chantada, y antes que él ejerció su padre, compañero en la facultad de Medicina de Lilita Rivadulla. La eterna pediatra de Chantada comparte orla con su progenitor.

Eloísa Rivadulla fue una de las primeras mujeres que estudiaron Medicina en la Universidade de Santiago de Compostela. Al poco de terminar los estudios empezó a ejercer en Chantada, adonde se había desplazado cuando era muy niña a causa del trabajo de su padre en el Banco Pastor.

Y así labró una carrera muy vinculada al número 10 de la actual Avenida de Ourense. Esa era la ubicación de su consulta, una referencia, el lugar al que acudir sin ningún tipo de duda siempre que era necesario sanar a un niño.

Personalidad. De la misma opinión que Jorge Fernández, Celita, es Mari Ángeles Gómez. "Solo con tocar o auscultar daba un diagnóstico casi perfecto y te recomendaba los mejores especialistas", cuenta la mujer, para quien Eloísa Rivadulla era más que una doctora.

Su amistad con Lilita era tal que la nombró madrina de uno de sus hijos. "Tenía un carácter especial. Era muy susceptible, pero una persona estupenda", añade Mari Ángeles, que destaca la pasión de la pediatra por su trabajo. "Si veía algo raro en un niño en seguida se preocupaba y llamaba", afirma.

María Luisa Gadea conoció igualmente bien a Eloísa Rivadulla. Fueron vecinas. Vivieron en el mismo edificio de la Rúa Xoán XXIII. "Chegou a vir á casa ás dez da noite para atender un fillo meu que estaba enfermo e non marchou ata que o viu ben e quedou durmido", recuerda la mujer, que define a Lilita como una médica "marabillosa" y muy conocida por su larga trayectoria en Chantada.

La influencia de Eloísa Rivadulla llegó hasta tal punto que hoy en día uno de los colegios y un parque (el antiguo campo de la feria) del municipio llevan su nombre, impidiendo que la pediatra, fallecida en la residencia de mayores local con los achaques propios de las edades avanzadas, caiga en el olvido. Chantada se propuso recordar para siempre la vida de una mujer absolutamente dedicada a servir a los más pequeños.

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