Los lectores de los incendios forestales

La recién inaugurada Uifo, una unidad de Medio Rural dedicada a investigar los fuegos en los montes, trabaja para esclarecer la causa de que ardiesen 1.700 hectáreas en Ribas de Sil
José Manuel García, agente de la unidad, coloca unas banderas para marcar el camino del fuego. MIGUEL PIÑEIRO
photo_camera José Manuel García, agente de la unidad, coloca unas banderas para marcar el camino del fuego. MIGUEL PIÑEIRO

Hace poco más de un mes que la Consellería do Medio Rural puso en marcha la Unidad de Investigación de Incendios Forestales (Uifo). Su objetivo es recabar toda la información posible para reconstruir los fuegos en montes y concluir su origen. En pocas palabras, y como le gusta decir al coordinador adjunto José María Carlés, leer el incendio.

El equipo trabaja desde hace una semana en Ribas de Sil, donde las llamas calcinaron unas 1.700 hectáreas en uno de los peores fuegos forestales que se recuerdan en la Ribeira Sacra en los últimos años. Se quedarán el tiempo que sea necesario y volverán a la zona en caso de que hallar algún dato nuevo en los análisis posteriores al trabajo de campo.

"A vantaxe da Uifo é a facilidade para moverse por todo o ámbito territorial. Somos seis equipos que podemos desprazarnos diariamente", explica Carlés.

Primero se establece un punto de comienzo del estudio, en un lugar que permita divisar la práctica totalidad de la superficie afectada. En Ribas de Sil se halla en el alto de A Moá, cuya situación permite distinguir claramente el avance del incendio.

PASOS A SEGUIR. Cinco agentes actúan para determinar el cómo y el porqué de un acontecimiento con todos los visos de haber sido intencionado por alguien que conocía bien el terreno y sabía perfectamente el daño que podía ocasionar teniendo en cuenta las difíciles condiciones atmosféricas de esos días, marcadas por las altas temperaturas y el viento.

"Moverse por aquí non é fácil e dábanse as circunstancias perfectas para que as persoas que provocaron o lume causaran o que causaron", confirma Carlés, quien no duda al calificar el incendio como uno de los peores a los que se ha enfrentado en sus años de carrera. "Tiña vida propia. Foi alarmante, pois cruzou os ríos Sil e Lor e provocou moitos focos secundarios, ademais de ameazar casas habitadas, por suposto", asegura.

Carlés indica que si la unidad llega con el incendio sofocado se reconstruye el mismo desde el final hasta el comienzo. Sin embargo, en Ribas de Sil se personaron con el fuego aún activo, por lo que se centraron en áreas específicas, descartando aquellos lugares por los que las llamas fueron dejando su devastador rastro.

Es un trabajo complejo que se hace en coordinación con los cuerpos de seguridad locales y las brigadas forestales, con quienes se entrevistan para saber cómo evolucionó el incendio y sacar del área de investigación los cortafuegos o quemas de ensanche. Una vez completados los primeros pasos se barajan hipótesis y se analizan las posibilidades de cada una de ser la definitiva, la que lleve a destripar el suceso y detallar su ejecución.

"O cadro de hipóteses increméntase día a día e desmenuzámolas ata quedarnos con dúas finais, que son as que se estudan", explica Carlés. En caso de que no sean óptimas "empézase de cero todas as veces que fagan falta ata que sexa posible demostrar que unha delas é a acertada".

La eficiencia y el reparto de tareas es otro de los aspectos que más satisfecho tienen al coordinador adjunto. "O mellor é que mentres uns axentes van á área de inicio, outros recaban datos, consultan a información meteorolóxica ou comproban cifras históricas", explica Carlés.

El equipo, según subraya, cuenta con una lista de sitios con alta actividad incendiaria y, además, es capaz de disuadir. "É bo que os incendiarios nos vexan", dice.

Un mapa del fuego hecho con banderas
Entre los muchos materiales que la Uifo utiliza durante sus investigaciones, llaman la atención las banderas de tres colores con las que los agentes marcan el camino que sigue el incendio y lo que se encuentra a su paso. Las rojas indican la dirección del fuego, por donde avanza, y las amarillas muestran el sitio donde las llamas cambiaron de sentido o retrocedieron por culpa de factores externos como, por ejemplo, el viento. Hay unas blancas que los profesionales colocan cuando se encuentran en el suelo algo que, a su juicio, no debería estar ahí. Puede ser un mechero, una botella derretida, una vela, un acelerante, una colilla o una caja de cerillas calcinada.

Más material
Una vez puestas las banderas rojas se clavan unas piquetas para marcar calles de 50 centímetros de ancho, usando como referencia una regla. Con una brocha, los agentes limpian las vías en busca de pistas que se mandan luego a analizar. En el proceso se usan también imanes, espátulas, pinzas y hasta drones.

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