El jardinero de la marquesina

Un usuario de la residencia Domus Vi de Bóveda, que llegó al centro en 2013, ha hallado su válvula de escape entre plantas y flores cultivadas por él en el entorno de una parada de bus
Carlos Calviño, en medio de su particular jardín en el entorno de una marquesina. MIGUEL PIÑEIRO
photo_camera Carlos Calviño, en medio de su particular jardín en el entorno de una marquesina. MIGUEL PIÑEIRO

Al pasar por la Rúa Casas Novas, muy próxima al polígono industrial de Bóveda, no son pocos los conductores que interrumpen su circulación para contemplar el jardín que ha plantado con sus propias manos Carlos Calviño Maceiras. Se trata de un usuario del centro para personas con discapacidad física que gestiona Domus Vi en el municipio, que ha encontrado en esta actividad una válvula de escape.

"Na residencia agústiome e aquí atopo a tranquilidade", indica el hombre, natural de Betanzos y que ingresó en Bóveda en 2013. Su particular reino de plantas, arbustos y flores se encuentra en el entorno de una marquesina, mucho más amable desde que Carlos decidió invertir su tiempo en cultivar allí bonsáis, rosales, suculentas o cactus.

Rodeando lo que sin él sería una anodina parada de autobús hay ahora un particular mundo botánico que le ha permitido mejorar de sus dolencias y disfrutar de un día a día mucho más placentero como residente. "Ao principio de estar en Bóveda adoitaba saír por aquí dar paseos e sentaba na marquesina a descansar, ata que un día pensei en facer algo para que a súa contorna fose máis bonita", relata Calviño.

Su rutina

Cada día resulta relativamente sencillo encontrar a Carlos. Muy temprano acude a su rincón para regar, cavar o supervisar qué hace falta en su particular jardín. Por supuesto cuenta con el visto bueno de la dirección del centro, que ha visto los beneficios de esta actividad para el usuario.

La marquesina funciona para él como una especie de improvisado almacén donde guarda todo el material que precisa cualquier jardinero. A lo largo de los años, Carlos ha ido haciendo acopio para crear su gran jardín, en el que igualmente ha hecho senderos para moverse sin dañar las flores.

Muy temprano acude a su rincón para regar, cavar o supervisar qué hace falta en su particular jardín

En verano e invierno, el jardinero de la marquesina de Bóveda se levanta a las 7.00 o las 8.00 horas. "Non dou durmido máis ca iso, preciso saír da habitación", afirma. Sobre las 9.00 horas baja a desayunar y luego va al jardín a trabajar hasta las 12.00, cuando le toca sesión de fisioterapia. Después de comer duerme una pequeña siesta y otra vez sale del centro para reunirse con sus plantas hasta que toca cenar. Así ha encontrado serenidad en la rutina de la residencia de Bóveda.

"O alcalde deume as grazas"

Carlos Calviño Maceiras nunca se dedicó a la jardinería, pues el sector en el que trabajó hasta que tuvo los problemas que le hicieron entrar en la residencia de Bóveda era el de la construcción. Nunca se sabe donde está la pasión de uno o cuáles son esas habilidades ocultas que pueden aparecer en cualquier momento. En el caso de Carlos, el resultado de su trabajo habla por sí mismo y hasta ha merecido el reconocimiento del alcalde. "Falei co Concello para saber se podía traballar aquí e José Manuel Arias deume as grazas polo esforzo. Tamén me axudan dándome material cando llo pido", señala.

Falei co Concello para saber se podía traballar aquí e José Manuel Arias deume as grazas polo esforzo. Tamén me axudan dándome material cando llo pido"

El jardín se encuentra a solo unos metros de varias empresas del polígono industrial de Bóveda. Para aprovisionarse de agua con la que regar, Carlos cruza la carretera y se dirige a una de ellas, que se la cede. Además del Ayuntamiento, también hay varias compañías y vecinos que le han proporcionado herramientas y material para cultivar. "Lévome con moita xente de Bóveda moi amable. Encántame ir ás feiras, por exemplo. Con esta rutina estou moi tranquilo", concluye.

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