Juan Ramón Vidal Romaní: "El geoparque mundial fue posible gracias al trabajo de mucha gente"

En una cueva de O Courel, Vidal Romaní y su equipo hallaron restos humanos de más de 9.000 años. De ellos salió una reproducción a escala de una antigua pastora de la zona. Se le llamó Elba y hoy está en una sala del museo geológico que lleva el nombre de su descubridor
Vidal Romaní intervino en la reinauguración del museo geológico. CARLOS JULIO GONZÁLEZ
photo_camera Vidal Romaní intervino en la reinauguración del museo geológico. CARLOS JULIO GONZÁLEZ

EL MUSEO geológico de Quiroga tiene desde el sábado una sala dedicada a Juan Ramón Vidal Romaní, el hombre que encontró los restos de Elba, la pastora del Mesolítico cuya reproducción se exhibe en este espacio.

¿Qué se siente cuando le ponen el nombre de uno a la sala de un museo?

Normalmente eso se hace para destacar a una persona, pero yo he trabajado con un equipo. Lo entiendo como un reconocimiento porque estoy jubilado y soy mayor, pero en realidad no he hecho nada extraordinario, solo conjuntar bajo una misma idea a un grupo de personas que ha logrado un buen resultado.

¿Cómo empezó su idilio con las cuevas de O Courel?

En 1983, cuando dimos con unos restos humanos en Eirós. Entonces yo no estaba tan desarrollado en cuanto a conocimientos del Cuaternario y aquello se quedó en nada. Lo pusimos en manos de unos arqueólogos que, si no recuerdo mal, hasta extraviaron los hallazgos. Mi compañera Aurora Grandal, al volver a Eirós, encontró más vestigios y también aparecieron restos de guerras carlistas. En O Chan do Lindeiro, donde apareció Elba, los hallamos mucho más antiguos. No es fortuito. Llevábamos mucho tiempo localizando restos por todo O Courel. Al principio era yo solo. Luego se fueron sumando Aurora, Marcos Baqueiro o Rey Costas.

¿Y los inicios de Elba?

Vinieron al descubrir restos de fósiles humanos. Quisimos estudiarlos y llegó a verlos Emiliano Aguirre, el descubridor de Atapuerca. Su respuesta fue que eran restos humanos muy humanos (ríe). Aurora y yo los datamos y concluimos que eran muy antiguos. Gracias al forense ourensano Fernando Serrullo reconstruimos el esqueleto y el rostro y Marga Sanín hizo la primera cara de Elba. Luego empezamos a indagar en la biología molecular y Gloria Fernández Fortes concretó datos muy llamativos como el color del pelo y los ojos, la alimentación o sus condiciones de vida.

En Quiroga no hay una mera colección de piezas, sino una puerta de entrada a O Courel y un aprendizaje previo

¿Permitió Elba establecer conclusiones nuevas sobre estas épocas del pasado de la humanidad?

Antes de su hallazgo no sabíamos prácticamente nada. Buscábamos en todas las cuevas de O Courel y en el 99% aparecían restos, pero eran cerámicas datadas en épocas modernas. En las eras antiguas no había población importante en las cuevas, habitadas por osos cavernarios y osos pardos. Lo que nos dijo el hallazgo de Elba fue que su paso por el monte era totalmente casual. Estaba allí porque cayó con los uros que la acompañaban y murió. Eso lo pudimos deducir gracias al conocimiento previo que teníamos de la sierra.

Dice que fue un hallazgo casual. ¿Qué era lo que buscaban cuando encontraron a Elba?

Estábamos explorando cuevas, elaborando planos, estudiando... Los restos de lo que hoy es Elba los encontramos de pura casualidad. El objetivo que teníamos era otro, pues queríamos dejar un registro paleoclimático que nos ayudase a establecer las variaciones del clima a lo largo de todos los años. Recuerdo que buscábamos una estalagmita adecuada para hacer el registro. Dimos con una de 40 centímetros con datos de más de medio millón de años que se corresponden con otros establecidos en el resto del mundo.

Otra Elba es posible, pero hay que saber buscar y tener algo de fortuna, porque su hallazgo fue fruto de la casualidad

Hablando otra vez del museo geológico. El otro día, en la inauguración de su ampliación, dijo que era más que un museo. ¿Por qué?

Cuando uno piensa en un museo, en El Prado por ejemplo, se imagina un espacio con un montón de colecciones. Y si nos dicen que hay un museo en Quiroga puede que muchos crean que es simplemente uno local, porque además está fuera de los circuitos habituales de Galicia. Sin embargo, el museo geológico es una puerta de entrada a O Courel gracias a que su director, Ramón Vila, lo diseñó muy bien. El visitante sigue una serie de rutas donde se ve todo un aprendizaje previo adquirido en el museo. Allí se explican las montañas plegadas, los glaciares, los asentamientos humanos o la presencia de osos. Es como ver un árbol cuyas raíces nos llevan hasta un territorio.

¿Cómo le puede ayudar la distinción geoparque mundial de la Unesco?

Ante todo es un honor que no consigue cualquiera, aunque no deja de ser una fama, un sello. La Unesco exige, pero es el trabajo de mucha gente, como el alcalde, Julio Álvarez, o el gerente del GDR, Martín Alemparte, lo que hace posible el geoparque, museo y unas rutas que dan cuenta de todo un territorio.

¿Es posible dar con otra Elba?

Es posible, pero hay que saber buscar y tener fortuna. Repito que Elba apareció por casualidad. No vivía en la cueva, solo murió allí.

Ahora que por la pandemia se buscan destinos poco masificados y un turismo más especializado, ¿puede ser esta una gran oportunidad para el museo geológico?

O Courel nunca fue un sitio masificado y hubo mucha inteligencia al divulgar lo que allí puede encontrarse, lo que ha generado un aumento de gente interesada. Es un tipo de turismo que primero te lleva al museo y luego te hace seleccionar la ruta que deseas conocer y que finalmente haces. Tengo mucha fe en el futuro del museo geológico de Quiroga.

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