Ejemplo de fortaleza y espíritu de lucha

Os Cipreses apuesta por la tradición y abre nuevos mercados con vinos innovadores y colaboraciones con otras bodegas 
Cristina Vázquez, en la bodega Os Cipreses
photo_camera Cristina Vázquez, en la bodega Os Cipreses

Para todo el que circula por el corredor que une Monforte y Chantada llama la atención una bodega situada al pie de la carretera en la que unos imponentes cipreses reciben al visitante. Los árboles son la antesala de una construcción tradicional con vistas únicas al río Miño, uno de esos enclaves de foto de la Ribeira Sacra.

Cristina Vázquez está al frente de Os Cipreses. El proyecto familiar nació en el año 1989 cuando sus padres compraron una edificación casi en ruinas y la restauraron con mucho tiempo y esfuerzo. Para Manuel Vázquez, el padre de Cristina, la bodega era un sueño y tanto él como su mujer se entregaron a ella. A principios de los noventa pusieron la primera cosecha de Os Cipreses en el mercado y en 1996 entraron en la Denominación de Origen Ribeira Sacra.

Hace quince años la bodega sufrió un incendio, pero la familia salió adelante con la fuerza que caracteriza a la gente de la ‘ribeira’.

En la actualidad, Os Cipreses cuenta con poco más de tres hectáreas de viñedo pegadas a la bodega que la familia Vázquez adquirió poco a poco. De esas parcelas se recogen, en un año normal, 20.000 kilos de uva y Cristina cree que las características de las viñas son parte esencial de sus vinos. "Temos unha viña moi antiga, a do Inferno, que xa pertencía á casa e que suma máis de 200 anos. No resto das parcelas temos cepas de entre 30 e 90 anos. Son fincas plurivarietais, nas que conviven castes coma a mencía, godello ou merenzao entre outras. Iso complica moito a vendima, pero é o xeito tradicional  de traballo na Ribeira Sacra".

La marca Os Cipreses es la más antigua de la bodega y sirve para nombrar un blanco y un tinto jóvenes. También tienen un crianza que se denomina Cypressus. Esas tres referencias constituyen la columna vertebral de Os Cipreses.

Cristina lleva tres años al frente de la bodega de manera oficial, pero en realidad mamó el oficio de la viticultura desde niña y su pasión por la ribeira y el vino es casi infinita.

Su apuesta personal son las sinergias con otras bodegas. Es el caso de Vencello, un vino que elaboran con sus vecinos de la bodega Castrofiz (Chantada) y con Suso Costela, de Taboada. Es un tinto con un toque de barrica de roble francés y este año prevén sacar además un blanco. 

Terra es un tinto crianza en ánfora de barro fruto de una colaboración con el californiano Zachary Elfman, de mission.wine y que se vende en Estados Unidos. De esta sinergia también salen Ribeirao, palomino cien por cien, y Ribeirao Mestura, un rosado.

"Estas experiencias en común ensinan moito e abren portas, especialmente en tempos complexos". Cuando habla de tiempos complejos, Cristina no exagera, Os Cipreses ha enfrentado la pandemia con tesón y en 2021 fue la bodega más afectada por los episodios de granizo que arruinaron la cosecha en la ribera de San Fiz, en plena ladera del Miño. "Ese ano perdemos o 97% da colleita", relata Vázquez. No pudieron hacer ni blanco ni barrica. Además, los daños en el viñedo fueron tan graves que la producción todavía se resiente. "Pese a que temos máis viña (unha hectárea máis), aínda estamos no 50% da nosa produción habitual antes do pedrazo", relata. 

De esa dura experiencia con el clima Cristina Vázquez supo sacar alto positivo. Se llaman Saraiba y Pedra. Saraiba es un blanc de noir (un blanco hecho de uvas tintas) del que sacó 600 botellas al mercado. La viticultora está dispuesta a repetir la experiencia del blanc de noir y mejorarla. Pedra se hizo con las pocas uvas tintas que resistieron el envite del clima y el vino recuerda que "en momentos duros, siempre queda esperanza".

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