El sangriento crimen perpetrado en las fiestas de Tor

En el año 1902 se produjo una pelea en las fiestas de la monfortina parroquia de Tor que acabó con la vida de un joven de 24 años ► Los agresores se ensañaron con él, abriéndole la cabeza, clavándole una especie de lanza en el cuello y seccionándole la cara con una navaja barbera
Parroquia monfortina de San Julián de Tor. EP
photo_camera Parroquia monfortina de San Julián de Tor. EP

Estamos a finales de julio de hace 121 años en la pequeña parroquia monfortina de San Julián de Tor. Es un día de fiesta y alegría en el que los vecinos del pueblo disfrutan de una popular y animada romería.

Esta idílica estampa, en un abrir y cerrar de ojos, daría un giro de 180 grados y se convertiría en una sangrienta tragedia. El periódico 'El Correo de Galicia', el 3 de agosto de 1903, daba cuenta de un salvaje suceso acontecido en este lugar hacía algunos días. El cronista relataba que, en el momento en que el festejo se encontraba en su apogeo, irrumpieron varios mozos de la vecina parroquia de Tuiriz (Pantón) en ademán claramente hostil.

Iban armados con escopetas, pistolas, navajas, chuzos (palos con punta de hierro), alabardas (lanzas con cuchillas) y palos. Entre voces amenazantes y carreras se hicieron dueños del campo festivo y se entabló una violenta lucha entre ellos y otros mozos de Tor, que indignados por el vil ataque trataron de hacerles frente.

En la refriega fue aislado uno de los muchachos de Tor que, aturdido y desconcertado, cayó de pronto en medio de los atacantes de Tuiriz. El joven tenía 24 años y se llamaba, según precisó el rotativo, Manuel María Pardo Mosquera, al que dieron muerte vilmente aquellos desalmados.

El ensañamiento fue brutal, puesto que uno le partió el cráneo de un tremendo garrotazo; otro le hundió la punta de un chuzo en el cuello y otro más, en fila, le seccionó la cara con una navaja barbera. La muerte fue instantánea, ya que todas las heridas eran mortales de necesidad.

Los causantes de la muerte del joven de Tor huyeron para no ser detenidos tras conocerse su identidad

El salvajismo de la escena vivida en aquella trágica jornada hiela la sangre de cualquiera. El periódico prosigue explicando que, una vez llegado a Monforte el aviso de lo sucedido, salió para el lugar el comandante del puesto de la guardia civil. Hizo lo mismo al siguiente día el juzgado de instrucción para practicar la autopsia al cadáver.

De las diligencias practicadas por la autoridad se concluyó que los autores del crimen fueron Manuel Barredo y otros dos chicos conocidos por los apodos de Carrolas y Munilla. Se trata de vecinos de Tuiriz y la crónica del luctuoso suceso subrayaba que no habían sido localizados tras la fechoría, pero se confiaba en que fuesen detenidos con prontitud.

Hechos como este, enfrentamientos entre mozos de parroquias vecinas, eran muy frecuentes en la primera mitad del pasado siglo en la comarca de Lemos y en el resto de Galicia. Los diarios de la época están repletos de noticias de refriegas como la acaecida en Tor, que solían acabar con algún muerto o herido de gravedad. También era muy común que saliese a relucir el uso de armas de fuego por parte de alguno de los contendientes.

Entraron en la iglesia de San Vicente do Pino en tropel durante una misa para acuchillar al sacristán

Incluso en el propio Monforte los asaltos, agresiones con navaja y palizas eran bastante habituales en el acontecer diario. Sirva de ejemplo el caso que tuvo lugar a mediados de junio de 1901, de una turba de alborotadores que penetró en la iglesia de San Vicente do Pino mientras se celebraba una misa. "Los muchachos montaron un gran escándalo dentro del templo y uno de ellos dio una puñalada al sacristán", según narraba la crónica del periódico de aquel tiempo.

Aunque todo es posible, es difícil imaginar en la actualidad un incidente de estas características en una iglesia y mucho menos uno como el bárbaro crimen cometido en la parroquia de Tor.

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