El pasado 30 de junio falleció en la clausura del convento monfortino de Santa Clara Sor Pureza de María. Esta baja deja a la comunidad religiosa con ocho monjas, de las que tres son nonagenarias y del resto, la más joven tiene 65 años. El paso del tiempo y la carencia de relevos, debido a la falta de vocaciones, está vaciando una congregación que, este año, sobrepasó los cuatro siglos de permanencia en la capital de Lemos.
La superiora del claustro, Sor María del Carmen, confesaba estar preocupada por el incierto futuro que pende sobre las seguidoras de San Francisco de Asís en Monforte.
No es para menos, puesto que de no ingresar nuevas religiosas que palien la merma de internas, de no contar con un mínimo de seis monjas, el cenobio podría desaparecer.
Haciendo un poco de historia, las siervas de Santa Clara, procedentes de Lerma (Burgos), llegaron a la ciudad del Cabe el 15 de junio de 1622 para hacer realidad una vieja aspiración de los séptimos condes de Lemos, Pedro Fernández de Castro y Catalina de la Cerda y Sandoval, como era la de fundar un convento de clarisas de la Purísima Concepción de María.
El 22 de ese mes, fiesta de San Paulino, con gran pompa procesional, se instalaron provisionalmente en unas casas de la calle Falagueira, alquiladas y acondicionadas a tal efecto por los condes.
La Madre Anastasia de la Encarnación, como abadesa, junto con Sor Beatriz de la Cruz, Sor Clara María de La Asunción y Sor Ana de la Cruz fueron las elegidas para iniciar la vida claustral en Monforte. Las acompañaban Sor Catalina de San Bernardo, hija del mayordomo de los condes y dos señoras de Madrid llamadas Luisa Virginio y María Henríquez que profesarían como Sor Luisa de Jesús y María del Espíritu Santo.
Estas siete mujeres fueron las pioneras de la congregación en Monforte de Lemos. A ellas se unió el día 27 Juana de Victoria, una niña de cinco años, que profesó como Sor María de la Concepción.
Las monjas permanecieron en A Falagueira hasta el 27 de agosto de 1646, fecha en la que, con un festejo propio del boato de la época, se trasladaron al actual edificio, en el barrio de San Antonio. En ese día señalado se cumplían 12 años de la profesión como clarisa de la condesa Catalina de la Cerda. El plantel de la comunidad ascendía por esa data a 42 religiosas.
El mayor número de religiosas en el cenobio fue entre los años 1955 y 1960, con 47
La vida claustral a lo largo de esos cuatro siglos registró múltiples vicisitudes y la congregación pasó por altibajos, en lo que atañe a número de componentes.
Así, según datos de los padrones municipales, en 1890 había 21 monjas; en 1896, 25; en 1900, 28; en 1913, 22; 1924, 25; en 1940, 35; en 1955, 47, cifra que todavía mantenían en 1960. En 1996 habían descendido a 26 y desde entonces fue menguando hasta las ocho que tiene en la actualidad.
Cabe pensar que el Obispado de Lugo no dejará que se extinga la luz de la vela cuatricentenaria en esta institución religiosa y transferirá nuevas internas de otros lugares, en caso de necesidad, para mantener los mínimos requeridos en la orden de las Franciscanas Descalzas.
Las clarisas han sido las custodias de una gran cantidad de arte sacro traído por los condes desde Nápoles
Aunque muchos no lo crean así, la capital de Lemos debe mucho a estas monjas que, durante siglos, ha preservado con tesón un legado patrimonial histórico y artístico del que hoy podemos presumir los monfortinos en forma de museo de arte sacro, con numerosas piezas traídas de Nápoles por el conde de Lemos.