Biplazas para atravesar las nubes de la Ribeira Sacra

José Antonio Guitián construyó y pilota su propio avión ultraligero con el que se desplaza a Asturias, Portugal o Madrid en cuanto tiene posibilidad. Preside desde el año 2000 el Club Aero Lemos, formado por nueve miembros que quisieron dar un paso más en su pasión por todo lo relacionado con el aeromodelismo

José Antonio Guitián sujeta una pala de la hélice del Land África, fabricado por él mismo. TOÑO PARGA
photo_camera José Antonio Guitián sujeta una pala de la hélice del Land África, fabricado por él mismo. TOÑO PARGA

SURCAR LOS cielos de la Ribeira Sacra con tu propio avión ultraligero está al alcance de aquellos aficionados a volar que cuenten con cierto poder adquisitivo. Todos los que quieran experimentar esta sensación pueden integrarse en el Club Aero Lemos, que cuenta con nueve miembros y fue fundado en el año 2000 por José Antonio Guitián, un apasionado de la aeronáutica que ha construido su propio avión de aluminio y con el que viaja de vez en cuando a lugares como Asturias, Portugal o Madrid gracias a su motor de inyección de cuatro tiempos que permite una velocidad de crucero que no sobrepasa los 150 kilómetros por hora.

"Es una afición que surge del aeromodelismo, un colectivo que llevaba creado unos cuantos años antes de la fundación del Club Aero Lemos, el punto de partida de lo que ahora es el aeródromo de Monforte", reconoce Guitián.

Lo que antes era un hobbie elitista ya no lo es tanto, según confirma el presidente del club. "No es una afición costosa. Hoy en día es algo que está a la alcance de casi todos. Nuestra intención es promover este afición entre gente con cierto poder económico".

En el aeródromo de Monforte se pueden encontrar ultraligeros que van desde los 3.000 euros a los 120.000. Todo depende de las piezas, del diseño y del motor que componga la avioneta. "Existen almacenes en España, Estados Unidos o Francia donde se pueden conseguir todo tipo de componentes certificados para la aviación para montar tu propio aparato".

Guitián se formó como piloto en la escuela de vuelo de A Coruña hace ya 15 años tras pasar todo tipo de pruebas médicas y técnicas

Gracias a estos negocios, José Antonio Guitián ha construido un modelo Land África con capacidad para dos personas y con 270 kilogramos de peso. "Tenemos un radio de acción de 500 kilómetros por la capacidad del tanque de combustible. Eso nos permite volar por ejemplo a Madrid, un trayecto que hago en poco más de tres horas y media".

Al ser absolutos apasionados de esta disciplina, Guitián reconoce que son vuelos "tranquilos, sin ninguna incidencia". Al tratarse de ultraligeros, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (Aesa) marca unas pautas específicas de vuelo para este tipo de aeronaves. "Hasta ahora la legislación nos impedía volar por encima de los 300 metros a nivel de suelo", dice Guitián.

La normativa, según el presidente del Club Aero Lemos, está a punto de cambiar esta cláusula para que los ultraligeros puedan volar más alto por motivos de seguridad. "Siempre es preferible un poco más de altura de los 1.000 pies que nos permiten ahora", asegura el aviador.

Guitián se formó como piloto hace 15 años en la escuela de vuelo de A Coruña, donde pasó todo tipo de pruebas antes de conseguir su licencia.

Según él, "es casi como sacar un carnet de conducir, salvo que en el cielo no existen señales de tráfico". El presidente de Aero Lemos tuvo que pasar un reconomiento médico especial (hecho por un facultativo aeronático), un examen teórico que se basa sobre todo en asuntos relacionados con la seguridad en los momentos determinantes de despegue y aterrizaje y una prueba práctica, a la que se accede con al menos diez horas de aprendizaje con un profesor. "Todo depende de Aesa. Es el organismo encargado de expedir, renovar o cancelar nuestras licencias".

REUNIONES AÉREAS. Las actividades que llevan a cabo en el aeródromo de Monforte las resume su presidente en una sola palabra, "volar". Lo hacen de todas las maneras posibles. De forma individual y siempre a partir de primavera, cuando empieza a mejorar la climatología, o en grupo con la organización de reuniones de la sección gallega de la Asociación de Aviación Experimental, formada por aficionados al vuelo a los que también les gusta construir sus propios aparatos.En la última de ellas, una multitud de aeronaves atravesaron los cielos de la comarca en una estampa que dejó un reguero de imágenes espectaculares en muchos de los perfiles de redes sociales de vecinos de la Ribeira Sacra.

La pasión de los nueve miembros del Club Aero Lemos posibilitó que en 2017, la pista de vuelo que utilizaban incluso para sus prácticas de aeromodelismo alcanzara la categoría de aeródromo restringido, el mismo nivel, por ejemplo, que la pista de Rozas en Lugo. Esta etiqueta implica que no existen medidas de control externo en el despegue o aterrizaje de los pilotos, sino que es responsabilidad total de los propios aviadores. "Es una clase especial en el que el piloto se hace responsable de que su avión tenga capacidad para despegar y aterrizar en esa pista". En la página de Aesa, los monitores de vuelo pueden consultar el tipo de terreno, la distancia de las pistas en las que van a aterrizar y las características del aeródromo, por si se ajustan o no al potencial de su aparato.

VISITAS. El club monfortino contempla a corto plazo una reunión de constructores españoles amateur que tendrá lugar entre los meses de mayo y junio. "Vendrá gente de toda España para compartir su experiencia con ultraligeros y enseñar sus modelos a otros aficionados. Es un encuentro que nos gusta mucho", asegura el presidente.

Además, reconoce que el aeródromo de Monforte es un lugar de encuentro habitual en este mundillo. "Está abierto a todo el mundo. Todo los días te encuentras franceses, portugueses, vascos o catalanes que hacen una parada en la comarca y visitan la zona". Compañerismo y amistad de altos vuelos, visto lo visto.

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