José Luis Díaz-Varela aprendió desde cero los entresijos de la industria en la emigración

Tras trabajar con un farmacéutico austríaco en Venezuela, el monfortino regresó en 1962 a España para crear la exitosa multinacional
José Luis Díaz-Varlea Somoza.AEP
photo_camera José Luis Díaz-Varela Somoza.AEP

JOSÉ LUIS DÍAZ-VARELA SOMOZA nació en 1937 en una casa situada en la esquina de las calles Curros Enríquez y Calvo Sotelo de Monforte, frente a un inmueble en cuyo bajo se fabricaba el lavajilllas Mistol y que cuya fórmula, según los cronistas de la época, se le vendió en los años 50 del siglo XX a la firma alemana Henkel.

De muy joven se trasladó con su familia a A Coruña, donde su progenitor, maestro ceramista formado en la fábrica de O Castelo de la ciudad del Cabe, encontró un trabajo con un sueldo más sustancioso que el que percibía en su tierra natal. Así, José Luis Díaz-Varela estudió en la ciudad herculina hasta los 18 años, cuando, de nuevo, su padre recibió una oferta desde Venezuela para dedicar todo su buen hacer y pasión al trabajo de ceramista.

En el país suramericano, un joven Díaz-Varela comienza a trabajar de visitador médico hasta acabar como comercial en Industrial Kern S.A., propiedad del empresario austríaco Heinz Kern, de quien llegó a ser con el paso del tiempo su mano derecha.

En el año 1962, José Luis Díaz-Varela decidió volver a España para emprender su propio negocio tras conocer los entresijos de la industrial farmacéutica.

Escogió Barcelona por ser una ciudad portuaria con gran implantación de la industria química, farmacéutica y veterinaria para fundar Industrial Kern Española S.A., hoy Indukern.

Fue gracias a Heinz Kern que pudo poner en marcha su negocio hace 60 años, convirtiéndose en su socio aportando la mayor parte del capital inicial. En 1976, José Luis adquirió la sociedad aunque conservó el nombre en agradecimiento a Kern.

Así es como Díaz-Varela creó una industria, a fecha de hoy multinacional con plantas en numerosos países, para distribuir y vender materias primas para todo tipo de sectores: farmacia, nutrición animal, alimentación humana, aromas o química básica. Tras hacerse con el control total de la compañía española en el 76, el grupo siguió creciendo y se crearon nuevas empresas, como Calier, para productos veterinarios; y Kern Pharma, para productos farmacéuticos genéricos, destacando la venta del popular antinflamatorio ibuprofeno.

Buena parte de todo lo logrado por Díaz-Varela puede entenderse gracias al acuerdo al que llegó en el año 2003 con la multinacional Bayer.

Gracias al convenio firmado se convirtió progresivamente en el único centro de producción mundial de los medicamentos en formato de cremas de Bayer. En 2004 ya fabricaba alrededor del 60% de la producción mundial y dos años más tarde asumía entre el 80% de esta especialidad. De hecho, en 2007 la compañía alemana pasó a ser el primer cliente de Kern, con el 27% de la facturación en lo que se refiere a cosméticos.

Díaz-Varela, a sus 85 años, sigue al pie del cañón, aunque sus tres hijos asumieron hace ya tiempo responsabilidades dentro de la empresa. Se trata de Raúl (1968), Tamara (1971) y Daniel (1973), ya nacidos en Cataluña.

Los contactos con sus familiares en Monforte son más bien escasos. Incluso, no dispone de vivienda propia en la ciudad.

Un primo de quinta generación señaló que la última vez que estuvo en la capital de la Ribeira Sacra fue antes del inicio de la pandemia, aunque su hijo Raúl se dejó caer por la zona no hace tanto.

El patrimonio neto de los Díaz-Varela es, este año, de 235 millones de euros, lo que convierten a la familia de origen monfortina en la 237 más rica de España.

Comentarios