La acusan de profanar dos cadáveres en Teilán y alega que el nicho es suyo

La denunciada enterró a sus familiares y retiró los restos de unos vecinos, con los que lleva años peleando por la titularidad de un panteón

Cementerio de Teilán, en el municipio de Bóveda. ANA SOMOZA
photo_camera Cementerio de Teilán, en el municipio de Bóveda. ANA SOMOZA

Una vecina de Santa Eulalia de Teilán, en Bóveda, se sentó este miércoles en el banquillo de los acusados como presunta autora de un delito del artículo 526 del Código Penal, que castiga "al que violare los sepulcros o sepulturas o profanare un cadáver o sus cenizas". La mujer está acusada de enterrar a sus padres en un panteón en el que reposaban los restos de unos vecinos, que fueron metidos en sudarios y cambiados a la parte baja del nicho sin conocimiento de la familia.

Los afectados denunciaron los hechos y acusaron a la mujer de dos delitos contra el respeto a los difuntos, por los que solicitan una multa de 2.400 euros y otros 6.000 euros de indemnización por daños morales.

"La funeraria cambió los restos de sitio, pero yo no lo ordené. Jamás quise faltar al respeto, ni a los muertos ni a los vivos", dijo la mujer

El fiscal, sin embargo, considera que no hay delito y que se trata únicamente de un tema civil -ya que las dos familias llevan años disputándose la titularidad del panteón-, por lo que pide la absolución de la acusada, con iniciales L.G.P.

DECLARACIONES. Los denunciantes aseguran que el panteón era de su tío, que no tuvo hijos, y que cuando falleció su progenitora solicitaron la declaración de herederos. "Nos declararon a los sobrinos herederos de mi tío, presentamos la documentación en el juzgado y nos cedieron la titularidad del nicho. En 1972 falleció mi abuela y en 1991 murió mi madre, y las enterramos a ambas en el hueco más alto del nicho. Además, el cura lo escribió en el libro de la iglesia".

La familia regresó a Madrid, donde reside, y años después volvió a Teilán y se enteró de que la acusada había enterrado en el mismo hueco del nicho a su padre. "Cuando supimos que había sacado de allí a mi abuela y mi madre casi morimos; no hay nada más grave", declararon.

La acusada, por su parte, contó que sus padres cuidaron durante años al propietario del panteón (tío de la denunciante) y le proporcionaron vivienda y comida durante su larga enfermedad.

Según dicen, antes de fallecer, el hombre firmó ante notario la cesión de derechos y les dejó los nichos en agradecimiento. Además, les entregó las llaves.

"En 2014 murió mi padre y llamé a la funeraria. Yo no les dije en qué hueco había que enterrarlo, solo dije que donde fuera mejor, que era indiferente. Lo enterraron en el hueco más alto. En 2016 murió mi madre y les dije lo mismo. Yo no sabía que allí había otros cadáveres, sino les hubiera dicho que lo enterraran en otro hueco. Jamás quise faltar al respeto, ni a los muertos ni a los vivos", señaló la acusada.

TESTIMONIOS. Tanto la gerente de la funeraria como el enterrador confirmaron que fueron ellos los que eligieron el hueco, "porque era el más cómodo", y explicaron que es habitual cambiar los restos de sitio dentro del mismo nicho. "No se pueden cambiar de nicho, pero dentro del mismo se pueden mover de hueco sin autorización del párroco ni del obispado", explicaron.

El fiscal considera que es la jurisdicción civil la que tiene que decidir a qué familia pertenece el panteón, pero cree que no hubo ningún tipo de profanación.

"Profanar significa deshonrar, dar un trato indigno, y exige un dolo general que abarque la voluntad de profanar un cadáver o sus cenizas".

En este caso, apunta, "pudo darse una conducta moralmente reprochable, pero no hay un ilícito penal". El juicio quedó visto para sentencia.

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