Un pontevedrés de 90 años, al borde del desahucio de un piso que él mismo pagó

El inmueble está a nombre de su sobrina, que, según el afectado, pretende echarle por todos los medios
Los vecinos del barrio de Os Salgueiriños, apoyando a Abel Bugallo (i), y el propio nonagenario (d)
photo_camera Los vecinos del barrio de Os Salgueiriños, apoyando a Abel Bugallo (i), y el propio nonagenario (d)

«Tengo miedo de que me hagan algo». Un nonagenario pontevedrés se enfrenta, en el último tramo de su vida, a un problema inesperado. Su sobrina, residente en Asturias y copropietaria de la vivienda en la que habita Abel Bugallo Martínez desde hace 27 años, ha puesto en marcha todos los resortes legales a su disposición para desahuciar al anciano de su propia casa. Eso es, al menos, lo que afirma el afectado, que cuenta con el apoyo de numerosos vecinos y amigos del barrio (la vivienda está ubicada en Os Salgueiriños, en la populosa zona Este de la ciudad). Todos ellos se han puesto manos a la obra para apoyar a Abel en su lucha por mantener su vivienda que, si bien formalmente no le pertenece, sí es suya de hecho y de palabra.

Tío y sobrina adquirieron el inmueble años atrás con el compromiso de que Abel viviría en ella en los años de vida que le quedaban por delante y que, en cuanto falleciese, pasase a manos de su familiar (según la versión del nonagenario). En el acto de compraventa, sin embargo, el anciano delegó el papeleo en su allegada, en la confianza de que no haría nada que pudiese perjudicarle en el futuro. Ese fue su error, pues las escrituras públicas señalan con claridad que la vivienda es de la mujer que actualmente reside en Asturias y que lleva varios días en Pontevedra intentando que su tío abandone la vivienda por todos los medios posibles.

El afectado asegura que fue él quien puso el dinero para adquirir la vivienda (que, a efectos legales, no le pertenece) y que se han dirigido a él algunas personas que le instan a firmar documentos para abandonar la casa.

«Le han puesto un plazo de ocho días para que se vaya», explica una de las vecinas que se ha unido a la causa para evitar su desahucio.

«El lunes se encontró con su propia casa cerrada por dentro y con su sobrina en el interior, y ésta no le abría la puerta. El señor me lo comentó y no tuve más remedio que llamar a la Policía. Su sobrina les dijo que había puesto en marcha los trámites para que abandonase la vivienda».

La vecina explica que «desayuna fuera, come fuera; desde que están aquí hace vida en su habitación. Incluso han tenido que dejarle un bastón porque el suyo se lo han quitado».

Abel estuvo en fechas pasadas con su sobrina y la pareja de ésta, que tienen entre 60 y 70 años, en Asturias, mientras se recuperaba de unas dolencias cardíacas y afirma que allí «ya vio cosas raras», según quienes le conocen.

El anciano, mientras, pasa los días con el apoyo del grupo de vecinos con el que lleva años conviviendo, pero con la tristeza de no poder habitar con tranquilidad en su casa de toda la vida. «Ando con la bolsa de la comida en la mano y tengo miedo», concluye.

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