"Nuestras palabras juegan un papel clave en la autoestima de los alumnos"

César Bona: "Tenemos que escuchar a los niños y a las familias y hacer equipo"

Es uno de los 50 mejores docentes del mundo según el Global Teacher Prize, el Premio Nobel de los profesores ►Apuesta por una escuela "que pueda cambiar el mundo" y triunfó en Pontevedra con la presentación de su segundo libro
El profesor César Bona
photo_camera El profesor César Bona

César Bona (Ainzón, Zaragoza, 1972), uno de los 50 mejores maestros del mundo según el Global Teacher Prize, el Premio Nobel de los profesores, estuvo el martes en Pontevedra presentando su segundo libro, Escuelas que cambian el mundo (Plaza & Janés, 2016), en el que aparece un colegio de la provincia, O Pelouro (Tui). Lo hizo en el auditorio del Sexto Edificio del Museo de la mano de la librería Cronopios y Onda Cero con un gran éxito de público. Esta obra da continuidad a su ópera prima, La nueva educación. Los retos y desafíos de un maestro de hoy.

¿Se puede cambiar el mundo a través de la educación?

Muchos piensan que la escuela es simplemente el reflejo de la sociedad, pero mucha otra gente cree que desde la escuela sí se puede cambiar el mundo donde vivimos, porque de niños podemos aprender grandes cosas que mantendremos toda la vida.

Eliminación de la Lomce "Que se acerquen posturas da esperanza. Hay que ver qué queremos realmente para nuestros niños"

¿Cree que el sistema educativo actual está caduco, que haría falta una renovación pedagógica desde los cimientos o que con proyectos puntuales y experiencias nuevas como las que aparecen en el libro se puede conseguir un cambio?

Desde los cimientos tampoco podemos decirlo, porque si echamos la vista atrás seguro que vemos gente que ha hecho cosas extraordinarias o proyectos que seguirían funcionando dentro de 50 años. Tenemos que pararnos a pensar y ver hacia dónde queremos dirigirnos. Otra cosa es que estemos preparados para el cambio que pedimos, porque siempre se admira Finlandia, pero si este tipo de cosas se hicieran en una escuela de aquí la gente diría para, para, a ver qué pasa. Con ejemplos de cosas que se están haciendo en España -caso de las escuelas que salen en el libro- podemos ver que son extrapolables a otros centros y que además funcionan, no solo para que los alumnos adquieran conocimiento, sino para que puedan aplicarlo para mejorar lo que tienen alrededor.

¿Cree que la gente todavía se asusta al ver experiencias que se salen de lo tradicional, del tridente libros-asignaturas-exámenes?

Sí, sí. Mucha gente tiene ese temor extraño al cambio en la educación. Y la educación también tiene que evolucionar. Queremos educar a nuestros hijos como lo fuimos nosotros y así es difícil que se produzca esa evolución. Tenemos que ver qué funciona en otros sitios, qué funciona aquí e ir hacia ese punto. Que cualquier cambio que hagamos beneficie, sobre todo, a los niños.

¿Cómo sería el sistema educativo perfecto, adaptado a España, que tampoco es Finlandia?

El contexto juega un papel fundamental y ni siquiera en España los contextos son iguales. Sobre todo tenemos que pararnos a escuchar a los niños, a las familias, a hacer equipo. Pararnos a reflexionar. Dejar de pensar que familias y docentes somos dos equipos que jugamos uno contra otro. Eso no debe ser así. Y, sobre todo, invitar a los niños a participar en su centro y en la sociedad y, obviamente, valorar a los docentes, cuya profesión es maravillosa.

Es partidario de eliminar asignaturas y trabajar por proyectos. 

Siempre he dicho que las materias son como productos envasados. Educar para la vida, que es también el fin de la escuela, es dotar de conocimiento, pero ver también que aprendan a adquirirlo de manera que se quede, compartirlo con los demás y que sepan aplicarlo. No solo se trata de educar por proyectos, sino para que sean seres más respetuosos y que sepan relacionarse con los demás.

¿La educación emocional está un poco ausente en el aula?

Una de las profesoras con las que hablé en mis viajes me dijo somos emociones y nadie puede decir que no y siempre parece que en el aula no se tiene que hablar de emociones, cuando es una parte importantísima de nosotros. Hay muchas más cosas que el conocimiento. Hay que tener en cuenta la inteligencia interpersonal e intrapersonal.

Método "No solo se trata de educar por proyectos, sino para que sean seres respetuosos y sepan relacionarse con los demás"

¿Qué opina de los exámenes?

Hay gente que piensa que ir a la escuela significa preparar niños para que vayan pasando exámenes hasta los 18 años. Un examen no se debe confundir con evaluación. En la vida hacemos evaluación constantemente y el aprendizaje a veces queda supeditado, precisamente, a esa constante necesidad de examinar. Se puede aprender de muchas maneras y la evaluación es importantísima, pero los exámenes han cobrado demasiado peso y se confunde la escuela con hacer exámenes. En estos centros he visto la autoevaluación y la coevaluación.

Hablando de exámenes, el Ministerio acaba de anunciar que elimina las reválidas. ¿Cree que es una victoria de la lucha estudiantil o que no hay que bajar la guardia?

Parece que el sentido común existe y que han escuchado a la gente. Es un paso, porque además estamos hablando de un examen más y con eso no va a mejorar la calidad educativa. Tendríamos que darle más importancia al proceso de cómo se aprende.

Si realmente se aparca la Lomce y se inicia un proyecto nuevo, ¿considera que es un momento crucial para la educación? ¿Haría falta un gran pacto social para elaborar una ley de consenso y duradera?

Que se acerquen posturas da esperanza. Es necesario que piensen en la gente y no tanto en las ideas de los partidos, porque si no, es difícil llegar a acuerdos. Hay que pensar qué queremos realmente para nuestros niños y para nuestra sociedad y trabajar juntos en ese sentido.

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