Xaquín López: ''Ir con los niños esclavos fue un peligro constante''

INICIÓ EN LUGO una carrera que le ha llevado a cubrir sonadas crisis internacionales, como este lunes contó en el Centro de Prensa de la capital provincial. Es un reportero vocacional que no puede evitar meterse en la boca del lobo. Xaquín López ya supo en su infancia chantadina que sería periodista. En Lugo inició una carrera ligado a Radio Televisión Española que le ha llevado al epicentro de la información internacional; y ha tenido la sangre fría de introducirse en el corazón de la esclavitud infantil en África, para luego contarlo en 'Las fronteras se cruzan de noche'.

PREGUNTA: No está nada mal su trayectoria desde que dejó la corresponsalía de TvE en Lugo en 1992...
RESPUESTA: Digamos que estoy bastante satisfecho. Acabo de cumplir 20 años de oficio en RTVE y creo que ha sido una trayectoria ascendente, pero paso a paso. Pero lo más difícil es mantenerse. Es muy competitivo este oficio, y no perder el sitio exige un esfuerzo día a día.

P: ¿Qué información le ha costado mayor esfuerzo?
R: Esfuerzo personal, yo creo que el terremoto de Cachemira, en Pakistán, porque supuso 20 días en unas condiciones de trabajo realmente duras. Había que dormir en un coche cuatro o cinco persoas. No había agua corriente, todos los días comiendo en frío. Cuando volvimos a la civilización no lo podíamos creer. Desde el punto de vista físico, fue lo más duro.

P: ¿Y desde el emocional?
R: También el terremoto, porque después del tsunami, fue la catástrofe más cruenta. Pero también me tocó bastante la fibra la cobertura de la crisis del Chad, porque veía que allí había siete españoles detenidos que no tenían nada que ver con el problema. O sí, pero de forma colateral. Los cogieron como rehenes y fue muy dura su peripecia. Veías cómo se iban deteriorando día a día. Fue una semana de tensión tremenda.

P: ¿Alguna vez tuvo miedo?
R: Hace una semana, de vacaciones en Suráfrica, me encontré con un rinoceronte y pasé miedo, porque pensé que me podía atacar, y no estaba trabajando. Miedo, miedo, nunca; ahora, situaciones de peligro sí he vivido. En el terremoto de Cachemira casi nos aplasta un alud de tierra y piedras que se vino sobre nuestras cabezas. El que iba delante de mí se mató, sabes que cinco segundos más y te pilla una roca. El libro fue una situación de peligro constante porque yendo con los niños esclavos en el autobús, de Bénin a Costa de Marfil, en cualquier momento nos podía detener la policía, los militares y podía acabar en la cárcel. Luego lo vi, porque le pasó a los pilotos del avión de Chad y a los periodistas que iban con la ONG, que corrieron la misma suerte que ellos y no tenían nada que ver con ese asunto. Cuando cubres una situación de este tipo en África, te puede pasar cualquier cosa.

P: ¿Esa situación se soporta gracias al bombeo de adrenalina?
R: Sí, sí. Si te bloqueas es mejor que te vuelvas a casa. Vas con una coraza, blindado. Normalmente vas con un equipo fuerte, que crea muchos lazos para ayudarse unos a otros. En el caso del libro fue más complicado porque iba yo solo. Eres consciente a la vuelta, entonces sí puedes preguntarte qué pintabas ahí.

P: Sí, pero parece adictivo...
R: Sí, y estás ahí peleando por estar en la primera línea de las crisis internacionales, por hacer el reportaje más arriesgado. Ahora trabajo mucho con cámara oculta, y siempre estás expuesto, pero sales de una y estás deseando meterte en otra. Yo creo que el periodista es un aventurero que sabe contar sus aventuras, tiene la obligación de contarlas y de hacerlo con objetividad. Es un afán de vivir situaciones al límite, conocer nuevos terrenos, gente diferente que te aporta cosas. El otro día en un reportaje sobre prostitución conocí a una prostituta con la que me emocionaba hablar, es decir, que en una profesión tan denostada puedes encontrar a alguien interesante, más interesante que muchas otras.

P: Se habla mucho de la crisis del periodismo ¿Cómo lo ve?
R: Yo veo que la profesión está muy vapuleada, muy denigrada, y muy sometida a la esclavitud de las audiencias, el sensacionalismo cada vez es mayor. Eso es incuestionable y nos afecta a los que hacemos la información. Me llama la atención que en la crisis del Alakrana en ningún momento se ha pisado el terreno, no se ha ido a Somalia, y yo me pregunto por qué, porque las fuentes estaban allí. Lo cubrimos, y hablo en general, desde fuera y de una forma bastante sensacionalista. Lo único que interesaba era si el niño pirata tenía 17 o 18 años, que aportaba poco al fondo de la crisis. Estamos sometidos al circo de la televisión y hay que evitar caer ahí, pero es inevitable.

Comentarios