Vivir sobre un terreno volcánico

El vulcanólogo lucense Diego Calvo. EPL
photo_camera El vulcanólogo lucense Diego Calvo. EPL

Los sucesos geológicos que tienen lugar en Canarias han puesto en alerta roja a la población. Pese al origen de las islas, no se trata de una situación normal. Y así lo cuentan los lucenses que residen allí.

La última vez que la tierra tembló y les recordó a los canarios que viven sobre un terreno volcánico fue en 1971. Entonces, en La Palma estallaba el Teneguía. Cuarenta años después, los fondos submarinos de la isla de El Hierro vuelven a acusar actividad volcánica. En esta ocasión, la que se ha convertido en la primera erupción del siglo XXI en territorio español ha sido monitorizada desde el minuto uno de su inicio.

Allí se encuentra el vulcanólogo lucense David Calvo. En su caso se trata de su primera experiencia de este tipo. «Obviamente, es una erupción submarina que abre nuevos horizontes científicos, no sólo para mí, sino para el resto del grupo de Involcan (Instituto Volcanológico de Canarias)».

Hace días que David hizo las maletas e instaló su base en El Hierro, con la incertidumbre de no saber cómo se van a desarrollar los hechos. Estas últimas horas, asegura, han sido «de locura» para todos los científicos que están estudiando el fenómeno sobre el terreno. «La gente ha empezado a acostumbrarse a lo que tenemos en las costas de La Restinga, y comienza a comprender que este tipo de actividad puede prolongarse en el tiempo -asegura-, así que no queda otra que armarse de paciencia, aunque sé que es muy incómodo para los habitantes herreños».

INCERTIDUMBRE

David Calvo cuenta que el volcán sigue con la actividad submarina que todo el mundo ha podido ver in situ o a través de las imágenes que ofrecen los informativos, al tiempo que explica que la sismicidad está siendo baja y bastante modulada. «Los gases se han estabilizado, lo que nos hace pensar que la actividad volcánica está ahora mismo en una etapa de transición y no sabemos a ciencia cierta cuánto se puede prolongar ésta», relata.

Hablar de algún tipo de peligro inmediato para la población canaria no tiene, en su opinión, razón de ser: «El calendario lo está marcando el propio volcán», matiza. David cree que lo peor que podría pasar es que se produjese el fenómeno que se conoce como «base surge»: un flujo turbulento de ceniza volcánica mezclada, ya sea con vapor o agua, que se genera cuando el magma encuentra agua y que se expande en todas las direcciones. «Éste sí que sería un problema gordo», explica.

En contacto directo con la población de El Hierro, Calvo quiere hacer un reconocimiento público a los habitantes de la isla: «Han sabido visualizar desde el primer momento una circunstancia excepcional en la que hay que demostrar un temple y un carácter extraordinarios. En este aspecto, los científicos les reconocemos una actitud encomiable».

SIN MIEDO

David Calvo reside desde hace años en las Islas y niega que entre la población local se perciba temor por la posibilidad de que entre en actividad cualquiera de los volcanes canarios. «Vivimos en un territorio conformado por volcanes y si lo pensamos fríamente, a ninguno de nosotros se nos habría ocurrido imaginar una erupción como la del Timanfaya, en Lanzarote, que se prolongó durante seis años», dice.

Menor que la erupción del Timanfaya, pero también espectacular, fue la que sucedió en la isla canaria de La Palma hace 62 años. Carlos Camacho, que actualmente reside en Lugo, fue testigo del fenómeno. Camacho tenía en aquel entonces cuatro años y recuerda perfectamente los temblores y el espectáculo de lava que en aquel momento no llegó a causar ningún daño físico.

«Cuando empezó todo yo estaba con mi padre en la carpintería y salimos corriendo», recuerda. El tremendo rugido que retumbó en todos los rincones de la isla quedó grabado para siempre en su memoria. «Todo el mundo estaba desconcertado, porque no sabía por dónde iba a salir el volcán», recuerda. Aunque pueda parecer contradictorio, la tranquilidad llegó para los habitantes de La Palma en el momento en el que la lava se hizo visible. Camacho relata vívidamente como el magma corría imparable, destruyéndolo todo a su paso, hasta llegar al mar. No hubo que lamentar daños personales, aunque sí de muchas propiedades que quedaron destruidas.

Este canario afincado en Lugo asegura que aquel momento lo vivió con la expectación propia del niño que era. «Incluso a seis kilómetros de distancia de la lava sentías el calor en la cara, mientras la ceniza caía por todas partes», concluye.

RESIDIR EN LA ISLA POR MOTIVOS DE TRABAJO

Yago Castro y su pareja llegaron hasta Las Palmas de Gran Canaria en busca de una ciudad tranquila y pequeña, que les permitiera compatibilizar familia y trabajo. Allí, los dos encontraron empleo. De esto hace ya diez años y por el momento no se plantean volver. Eso sí, cuando compraron su primera casa tenían una cosa muy clara: no la querían al nivel del mar, por lo que pudiera pasa. «No porque se trate de una isla, porque lo mismo hubiéramos hecho en cualquier zona costera de la Península», justifica.

La evolución de los sucesos en El Hierro la siguen a través de las noticias como lo hacen con cualquier otra información de interés, no porque esté ocurriendo en Canarias. En los años que llevan allí, tanto Yago como su mujer reconocen haber vivido momentos de bajón en los se plantearon abandonar la isla, pero ambos los superaron. En la actualidad, su único hándicap es tener a la familia lejos, pero «si hay trabajo todo va bien», apunta.

También en busca de un empleo se trasladaba a las Islas, hace diez años, Marina Afonso. Allí encontró trabajo en el sector de la hostelería, viviendo a caballo entre Fuerteventura y Lanzarote, donde reside actualmente. Esta lucense reconoce que el volcán de El Hierro la hace pensar y reflexionar sobre la posibilidad de que pueda ocurrir algo. «La mayoría de la gente niega tener miedo, pero entre los que somos de fuera se respira cierto nerviosismo», subraya.

EFECTO DOMINÓ

Sobre todo, siente temor por el efecto dominó: que el volcán de El Hierro pueda despertar alguno de los que están repartidos por las otras islas y que ocurra un desastre. La alerta roja en El Hierro les hace estar pendientes de cualquier novedad que puedan publicar los medios. No así los nativos, que están acostumbrados y se sienten más seguros.

También está seguro el empresario lucense Alberto Grandío de que las Islas Canarias serán su destino cuando llegue el momento de la jubilación. Allí vivió durante ocho años y allí conserva una casa, a la que vuelve siempre que puede. El propietario del Club Clavicémbalo niega haber sufrido durante sus años en Tenerife lo que allí se conoce como ‘islitis’. «Aun viviendo en Lugo, son contadas las ocasiones en las que viajas a otros puntos de España», dice. En su caso, además, cuando residía en tierras tinerfeñas regresaba a su ciudad natal siempre que el trabajo se lo permitía.

El hecho de haber vivido a los pies de un volcán como es el Teide no lo hizo amedrentarse en ningún momento. «Allí nadie se lo plantea. Saben que está ahí, pero no les supone ningún problema», señala. Todos los vecinos de la zona tienen muy claro que es imposible saber si el volcán va a despertar algún día o cuándo lo hará: «Pueden pasar años y años. Los canarios tienen su vida y no se sienten inseguros sobre tierras volcánicas».

Pero Alberto Grandío va más allá. Él asegura que aunque el Teide continuase activo, seguiría decidido a recalar en aquellas tierras: «Cuando reventó lo hizo sólo por un lado de la ladera y mira lo que está ocurriendo en El Hierro, al final es un volcán submarino», concluye.

LA TEORÍA DEL MEGATSUNAMI DE LA PALMA

Son muchas las teorías que profetizan grandes catástrofes, como la del hundimiento de La Palma.

Una erupción en 1949 hizo que en la cadena montañosa Cumbre Vieja se abriese una falla que hundió la parte sur de la isla cuatro metros en el Atlántico. Los geólogos Day y McGuire dicen que la brecha es la prueba de una mayor presión a causa del incremento del magma, calentando el agua atrapada dentro de la estructura de la isla. Su hipótesis establece que en una futura erupción, el flanco occidental de Cumbre Vieja podría deslizarse hacia el océano y generar una ola gigante, un megatsunami de 900 metros de altura que inundaría América. 

CUATRO EXPERIENCIAS EN PRIMERA PERSONA

CARLOS CAMACHO:
«Muchos foráneos se fueron por miedo a los volcanes»

Aunque Carlos Camacho está afincado en Lugo, viaja con regularidad a su tierra natal, La Palma. A pesar de vivir sobre tierras volcánicas, asegura que entre los lugareños se respira una tranquilidad absoluta. Nadie piensa que la isla pueda vivir un nuevo terremoto, es más, creen que «es muy difícil» que se repita. Este canario es conocedor de la teoría que circula sobre el posible megatsunami que surgiría a raíz de una erupción en La Palma, pero la tacha de «disparate». Sin embargo, reconoce que mucha gente de fuera terminó trasladando su residencia por miedo a que de nuevo estallara el volcán. Camacho sigue con atención, aunque sin temor, las noticias sobre lo que pasa en El Hierro.

 
ALBERTO GRANDÍO:
«Las miras siempre estuvieron puestas en la isla de La Palma»

«Lo único que ahora mismo saben los vecinos de El Hierro es que se han quedado sin pesca», apunta el empresario lucense Alberto Grandío, que tiene propiedades en Tenerife, donde residió durante varios años. Por el resto, tiene muy claro que no va a pasar nada que afecte gravemente a la población canaria. El propietario del Club Clavicémbalo apunta a que nadie apostaba porque estallara un volcán en una isla como El Hierro. «Las miras siempre estuvieron puestas en la isla de La Palma y mira lo que ha ocurrido», exclama. Alberto asegura que hoy en día hay muchos adelantos técnicos, suficientes para analizar con tiempo cómo va a reaccionar la naturaleza cuando se trata de un volcán.

 

YAGO CASTRO:
«No me haría ninguna gracia estar en El Hierro ahora mismo»

Yago Castro prefiere no ponerse en la piel de los habitantes de El Hierro: «A mí no me haría ninguna gracia estar allí ahora, porque nunca sabes cómo va a reaccionar el volcán». Este lucense, que reside en Gran Canaria desde hace diez años por motivos de trabajo, explica que el tipo de aviones que pueden aterrizar en El Hierro no cuentan con más de 70 plazas, aunque también es verdad que el número de habitantes que tiene la isla es bajo. Él ve muy remota la posibilidad de cualquier desastre que pudiese afectar al resto de las Islas. «Ni de lejos se me pasa por la cabeza que pueda desencadenarse un tsunami», finaliza.
 

MARINA AFONSO:
«Este fenómeno está atrayendo de nuevo a muchos turistas»

Después de diez años viviendo entre Lanzarote y Fuerteventura, Marina reconoce que ha habido muchos momentos en los que se ha planteado cómo saldría de ahí si ocurriese algún desastre. «El medio más seguro es el avión -apunta-, aunque somos muchos». Pero la gente no quiere irse, todo lo contrario: «Desde que el volcán de El Hierro entró en erupción, el turismo ha crecido». Marina explica que son muchos los que se acercan hasta las Islas atraídos por un fenómeno que causa expectación. Aunque la crisis ha golpeado a Canarias, ella afirma que la zona se está recuperando gracias a la elevada cantidad de alemanes que visitan la zona.

Comentarios