La Rioja es una de las denominaciones de referencia de España. Goza de un prestigio único pero sus viticultores miran a Ribeira Sacra «con cierta envidia por el futuro que se le abre» y afirman que la denominación está en el buen camino tanto por la forma de trabajar como por su política de precios. «Por un Ribeira Sacra se paga lo que vale, eso del sobreprecio es un cuento que se desmonta cuando uno llega aquí y ve que no hay máquinas, solo trabajo manual. Que la pendiente se sube con la sulfatadora al hombro y que a las viñas no entra un tractor», son las palabras de Roberto Blanco, viticultor de la Rioja alavesa.
Un total de 43 viticultores y bodegueros de La Rioja se acercaron ayer a Sober para conocer el trabajo de firmas como Guímaro, Algueira o Regina Viarum, vinieron de la mano de Asaja (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores) y su intención era conocer otras formas de producción y ver como se trabaja aquí con los blancos porque ellos intentan abrirse mercado con esa producción. Se encontraron, afirma, con una denominación completamente desconocida con mucho que ofrecer. «Un viticultor siempre prueba otros vinos, mira lo que se hace por ahí. Pero aquí nos encontramos algo inesperado que nos hace reflexionar», apunta Blanco, «estos vinos tienen un mercado esperando y unas alternativas en enoturismo y rutas del vino envidiables», añade.
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