Violencia en Santiago

LA SUSPENSIÓN del pleno del Parlamento es un hecho grave. La Cámara de los representantes de los ciudadanos gallegos no puede ser espacio para encierros ciudadanos de protesta, sean cuales sean las razones. Hay dos aspectos a diferenciar en los sucesos de ayer en las inmediaciones del Parlamento. Uno es la protesta del sector del cerco por el reparto de cuotas de la xarda y el xurelo. Algo que se decidió con el Ministerio de Pesca en Madrid. Y otro, diferente, es la batalla campal y la violencia que se generó en las calles de Santiago. Hubo tres detenidos, un incidente policial con una diputada y numerosos heridos, también entre la policía -ocho según la Delegación del Gobierno-. Las imágenes hablan por sí mismas de la violencia alcanzada. El representante de la asamblea de la flota de cerco se expresó en términos de imposición y con advertencias, «xa veremos o que pasa aquí», que nada tienen que ver con el diálogo ni con firmeza reivindicativa. Pero si la carga policial fue «provocada», como dice la Delegación del Gobierno, quien da las órdenes y dirige la acción policial ha de dar respuesta sin caer en la «trampa». Lo sucedido en Santiago pide explicaciones de quien organizó esa protesta y de quien tiene obligación de controlarla.

ROUCO SE VA

El discurso de despedida como presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) del cardenal Rouco ofrece una visión de conjunto de descomposición de la sociedad española, en los valores morales e incluso como realidad sociopolítica. Plantea punto por punto lo que ha sido eje de su línea al frente de la Iglesia católica en España, en confrontación abierta con el poder civil, elegido por los españoles. El cardenal Rouco, a la hora de la despedida y con el Papa Francisco en el Vaticano, no ha cambiado.

Comentarios