Violencia en el silencio

UN REPUGNANTE crimen rompió en el Viernes Santo el silencio en el barrio lucense de A Milagrosa. Una mujer murió a hachazos a manos de su compañero. No es un dato relevante la nacionalidad del presunto asesino ni de la víctima, aunque los medios de comunicación lo aportásemos. Lo reseñable es el desprecio absoluto a la vida humana y el componente de violencia machista que pudiera darse por formas socioculturales a borrar. La tolerancia cero es siempre cero en cualquier contexto social o cultural, aunque a veces se pretenda justificar la marginación o sumisión de la mujer con el pretexto de la diversidad. No hay tal opción de respeto a la diversidad cuando lo que está en juego son derechos como la dignidad humana y la vida. No nos coloquemos en un plano superior frente a nadie: esa violencia machista está presente también entre nosotros y en las sociedades económica y supuestamente con culturas más avanzadas. El crimen de Camiño Real encoge todavía más el corazón por las formas de violencia: a hachazos. En las valoraciones que los políticos hacen tras estos sucesos se repiten tópicos, como sucede con estas expresiones de condena de los medios de comunicación. Está prácticamente todo dicho. Se olvida con frecuencia la prioridad de la educación en los valores de respeto e igualdad. La educación que represente la extirpación en la mente humana de toda dominación del otro por razones de condición sexual e, incluso, en lo que exija de terapia y cambio cultural, en las patologías por dominio pasional o sentimental. A algún portavoz político se le fue la expresión ayer cuando directa o indirectamente vinculó el crimen de Camiño Real con los recortes en políticas sociales. Suficiente aporte producen los recortes para formular críticas, sin que sea comprensible llegar a tales excesos de demagogia.

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