Víctima y culpable

ANDAR con pies de plomo nunca evitará al más pintado escurrirse por el boquete de un sumidero si por un casual le falta la tapa. El desliz sería siempre del succionado por caminar desprevenido, por no mirar dónde pisa. Nadie sería culpable, deduzco, de que la rendija estuviese descubierta. Lo digo por si, llegado el momento, el hipotético caso se zanjase con similar argumento al empleado para resolver lo sucedido al vecino de Lugo que se partió la crisma contra el rótulo de una peluquería, situado en la fachada y a menos altura de la deseada, no sé si de la permitida. Les supongo al tanto de que la Justicia, en este caso la Audiencia Provincial, determinó que el buen hombre habría evitado el porrazo «si prestara la normal atención en la deambulación de las personas». Burro y apaleado, es la conclusión razonada del fallo judicial, que ignora la posible complicidad del establecimiento, caso de tenerla, pero sobre todo la del Concello, responsable bien sea por acción u omisión.

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