Viaje por la historia del tic tac

Domingo Pérez, con algunos de los relojes expuestos en el escaparate. (Foto: Toño Parga)
photo_camera Domingo Pérez, con algunos de los relojes expuestos en el escaparate. (Foto: Toño Parga)

Medir el tiempo es algo muy sencillo con la tecnología actual y en concreto desde el reloj mecánico y el de cuarzo, a mediados del siglo pasado. Pero hasta entonces, los descubrimientos fueron lentos. Se utilizaron diferentes métodos como rampas con bolas, velas graduadas, agua entre vasos o péndulos, sin olvidarse de que la primera forma de medir el tiempo fue a través de los rayos solares. En ese caso, el problema estaba en que dependían de la luz y, por lo tanto, de noche no había control.

El monfortino Domingo Pérez Somoza, propietario del emblemático y prestigioso establecimiento Domingo Joyeros, quiere dar a conocer al público y en la calle toda la historia del reloj de forma sencilla con las piezas más representativas que marcaron un antes y un después. Por eso las expone con fichas explicativas en los escaparates de un local que tiene en frente de la joyería, ubicada en la Rúa Cardenal de Monforte.

La colección está formada por más de un centenar de piezas. «Todo un espectáculo y una lección de historia», según comentaba una persona que pasó buena parte de la tarde de ayer viendo los «relojes más peculiares del mundo», tal como los define su propietario.

«El año pasado ya realicé una muestra similar, pero entonces no llegaba a la mitad el número de piezas. En ésta se puede ver prácticamente toda la evolución de la historia del reloj, aunque siempre falta alguna», comenta.

Son reproducciones que marcaron la historia, «pues tener algún original es imposible porque muchos sólo los hay en los museos más importantes del mundo dado su valor histórico», explica el joyero, aunque cuenta con algunas piezas del siglo pasado que son auténticas. « Me llama más «contar con un ejemplar ingenioso, pues ahí radica su valor», sentencia.

De la bola al cuarzo

Domingo, que nació entre el sonido de los relojes y los destellos de las joyas de la tienda familiar, aclara que «en la muestra hay réplicas del reloj Congreve, de 1808, conocido también como el reloj de la bola, que se mueve por unas rampas graduadas. La pieza original está en el museo londinense del Palacio de Buckinghan. También hay uno de agua, otros de arena y, por supuesto, varios de sol, alguno portátil, y los clásicos de péndulo».

Al inventarse el reloj del péndulo, recuerda Domingo, se alcanzó la precisión en la historia de la medición del tiempo, que luego dio un salto con la aparición del volante espiral y del cuarzo.

«Fue la navegación la que obligó a descubrir un mecanismo de medición del tiempo que se pudiera llevar en los barcos. Así se inventaron los relojes modernos», indica Domingo Pérez.

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