Verdades sobre el ajuste

El ajuste fiscal en España es necesario. Habíamos llegado a una cifra de déficit preocupante y la necesidad de reconducirlo es hoy puesta en cuestión por pocos.

Pero lo anterior es compatible con la opinión de que este ajuste hubiese sido mucho menor si las cosas se hubiesen hecho mejor en el pasado. En primer lugar y sobre todo, las medidas adoptadas a lo largo de la década anterior en el terreno fiscal. La lista es amplia: las rebajas en la tributación del capital en IRPF hasta convertirlo en un impuesto dual de facto, la eliminación parcial del impuesto sobre actividades económicas y el impuesto sobre las herencias, la supresión del impuesto sobre el patrimonio, la rebaja de los 400 euros, la tibia respuesta ante un fraude fiscal muy por encima de la media de la zona euro, o la renuencia a aprobar un reforma fiscal verde que venía en el programa del PSOE y que silenciosamente desapareció del escenario cuando MAFO dejó el Ministerio de Hacienda.

Los ingresos públicos que generaba el boom inmobiliario parecían suficientes para ampliar derechos sociales y deshacer el sistema fiscal sin desequilibrar el presupuesto. La cruda realidad ha demostrado lo contrario. La caída de los ingresos como consecuencia de la recesión y de decisiones discrecionales como la de los 400 euros, junto a algunos programas de gasto extraordinario, nos han situado a la cabeza mundial en el cambio del saldo financiero público: desde los dos puntos porcentuales de superávit en 2007 a los 11 negativos en 2009. Y ahora nos toca volver a acercarnos hacia el -3%.

Las cosas serían mucho más fáciles si las decisiones fiscales tomadas desde el año 2000 hubiesen sido guiadas por la planificación y una perspectiva de largo plazo. De haber procedido así, ahora estaríamos en un déficit sustancialmente por debajo del actual (¿5-6%?), sin necesidad de hacer ajustes dramáticos y por sorpresa en sueldos e inversiones, y sin poner en peligro la recuperación económica por la contracción de la demanda privada.
Por todo lo anterior, hay que asumir la necesidad del ajuste, pero no por ello dejar quejarse de que su intensidad y distribución podrían haber sido otros. En particular, sigo sin entender cómo en el paquete presentado hace unos días se ha renunciado a los 3.000 millones del desactivado impuesto sobre el patrimonio.

Y hablando de contracción de la demanda, la realidad es que Galicia será una de las Comunidades Autónomas donde proporcionalmente más se va a notar la congelación de las pensiones y el recorte salarial. Porque nuestra proporción de pensionistas y de empleados públicos sobre la población total es de las más altas. Quizá por aquí perdamos alguna décima de crecimiento diferencial que nos iba a traer el Xacobeo.

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